viernes, 28 de abril de 2017

Sensibilidad literaria

La dos palabras hacen buena pareja, ¿cierto? Creo que la forma en que se deslizan por la boca al pronunciarlas deja un buen sabor.  Quizás es un efecto que me produce el hecho de que tengan varias sílabas, la repetición de consonantes en ambas o que aplican como título para una novela o poema.

De pronto no sean las apropiadas para lo que quiero contar,  ¿cuántas veces seleccionamos las palabras que no son? A veces resulta difícil dar con las indicadas para expresar como nos sentimos.

Después de vaciar mi alcancía de libros, hoy visite la Feria del Libro.  Luego de ingresar a un primer pabellón me sentía algo extraño, no sé, revisaba los estantes con desgano, tal vez, como siempre, abrumado por la cantidad de libros y ese ligero aire de ansiedad, al pensar que  entre los libros que voy a comprar, me va a hacer falta uno que por alguna razón no vi y que podría cambiar mi vida.

Nunca asisto con una listado de libros en mente, sino que voy escogiendo los  que me hacen sentir algo apenas los veo.  Discrepo entonces de ese viejo refran de: "nunca juzgues un libro por su portada", pues es lo primero que hago (Como ya escribí hace un tiempo, tengo una seria debilidad por los diseños de la editorial Seix Barral, que siempre me parecen apropiados).  

Siguiendo la línea de sensibilidad, luego miro la foto del autor, a ver que me  trasmite su semblante, y leo el pequeño resumen de su carrera en el mundo de las letras.

Por último aplico un procedimiento que,  una vez me contó el escritor colombiano Juan Manuel Silva, tenía un editor: consiste en leer tres párrafos, uno del principio, otro del medio y uno de las últimas hojas, para ver cómo sentimos el estilo del autor.

De está manera fue que conocí a Millás, cuando nunca había oído hablar de  él.  El ritual también me gusta mucho pues es una apuesta abierta a la serendipia, que tiene mucho de incertidumbre y casualidad.

jueves, 27 de abril de 2017

Almuerzo con la muerte

La tarde comienza con mucho sol y una mujer se encuentra sentada en una cafetería. Con su mano derecha Cucharea con desgano una lasaña y también alterna sorbos de gaseosa. Aparecen ciertas preguntas: “¿Acaso sólo tiene una mano?, ¿por qué no utiliza la otra?, entonces le explico: En la otra,  que puede suponerse libre o fantasmagórica, sostiene su celular al que están conectados unos audífonos que lleva puestos. Al diablo las ventajas del “manos libres”. Es difícil descifrar la expresión de su cara, que no sabemos si es de angustia o profundo aburrimiento. 

No le importa condimentar su almuerzo con una molesta charla de trabajo, ¿y qué si le quedan pocas horas de vida? ¿Cómo saber que disfrutamos de nuestros últimos momentos sobre la faz de la tierra y que no los estamos desperdiciando? 

Sólo está almorzando, si, no hay necesidad de sobreanalizar semejante acto tan simple que millones de personas realizan a la par con ella en diferentes rincones del planeta; pero la mujer no es la única persona que compone la escena. Tan solo a dos mesas enfrente de ella está sentada la muerte. 

Podríamos entrar a discutir un problema de género, pues la muerte viene a ser femenina, pero en esta ocasión es masculina. Hace presencia como un hombre de aspecto pálido, barba poblada, en extremo flaco (una fuerte ráfaga de viento lo podría hacer volar por los aires), y lleva un traje en su totalidad negro, incluida la corbata, totalmente inapropiado para el calor que hace, pero el equilibrio climático tal vez lo logra con el frío que como parca lleva encima. El contraste del color de su piel con el del vestido le da un aspecto macabro.

Como siempre, se hace la loca o, en este caso, el loco y nos habita sin que nos percatemos. Come lo mismo que la mujer pero en vez de gaseosa toma jugo de naranja, que acaba de un sorbo decidido, arqueando su espalda. 

Nadie tiene idea alguna de quién es, la maldita o el maldito, el muerte, él, muerte o él, todo muerte quién sabe cuántas veces nos pasa en frente de las narices y no tenemos posibilidad alguna de identificarlo(a).

Estudia a la mujer, su próxima víctima, que no para de hablar por el celular y que ya se cansó de trinchar trozos de pasta bañados en salsa boloñesa. 

Ahora la muerte, él muerte, ya está claro su carácter hermafrodita, no deja duda de su identidad pues esconde su mirada revisando con parsimonia una separata de autos del periódico. No cabe duda que es ella. En medio de todo el poder que tiene, no sabe comportarse como un humano en su afán de almuerzo de jornada laboral.

De repente se pone de pie y abandona el lugar con un andar perezoso y despreocupado. Ya no le interesa la mujer, quizás le entraron ganas repentinas de llevarse a la primera persona que vea con zapatos rojos, porque si se trata de aleatoriedad, nadie le gana. 

¿Ya revisó  el color de los suyos?   

miércoles, 26 de abril de 2017

Despedidas

Pierre Curie, dándole la espalda, tomó su maletín y luego se dio vuelta. La miró serio por unos segundos. Ella tenía muchas ganas de abrazarlo, de darle el sagrado beso de despedida de todos los días, pero empapándose de orgullo no hizo nada y le sostuvo la mirada. Pensó decir algo, lo que fuera, pero apenas comenzó a abrir la boca, sus labios empezaron a temblar, así que prefirió quedarse callada e intoxicarse con sus lágrimas.

Él sí tuvo valor para hablar, organizando sin problema alguno una pregunta sencilla despojada de cualquier sentimiento,  que a ella le pareció la mayor ofensa posible: “¿Vas a ir más tarde al laboratorio?”. 


"¿Dónde dejó el “vida mia”, “cariño”, “amor”?” se preguntó Marie. Tenía que seguirle el juego de la indiferencia, pero, ¿hasta cuándo?”. Le despachó un “No sé” con forma forma de puño  verbal, luego concluyó: “No me gusta que me presiones Pierre”.

Pierre no dijo nada más y se marchó. Horas después, cuándo Marie quería dejar el incidente atrás, lo volvió a ver, pero ya no le pudo decir nada. Pierre había muerto atropellado por un carro.

“Entro en el salón. Me dicen: «Ha muerto.» ¿Acaso puede
una comprender tales palabras? Pierre ha muerto, él, a 
quien sin embargo había visto marcharse por la mañana, él, 
a quien esperaba estrechar entre mis brazos esa tarde, ya 
sólo lo volveré a ver muerto y se acabó, para siempre."
- Diario de Marie Curie -

martes, 25 de abril de 2017

Mosquito

A Mario Alcántara siempre le han dicho que todo tiene un final, excepto las salchichas que tienen dos, que todo nace y muere, que es la ley de la vida y que no tiene sentido alguno el intentar descifrar ese gran misterio de la muerte en cualquiera de sus presentaciones. 

Las relaciones entre las personas también tienen su fin. “Hasta que la muerte los separe” vaticinan los curas al casar una pareja. Pero no solo los nexos sentimentales se acaban, sino también los de amistad, pues esta, a veces, entra en coma, permanece así por un periodo indefinido, o muere. 

Alcántara, como todos, ha experimentado la muerte de diferentes maneras. Hoy, sentado en un café y mientras bebe una cerveza, intenta reflexionar sobre la muerte de su amistad con Camila Caprino. 

¿Hablaban? si, ¿cada cuánto? Nunca llevó la estadística. ¿Habrá sido suficiente?, ¿en qué se mide la amistad?, ¿en charlas, tiempo al lado de la otra persona, prestamos de dinero, favores, mensajes, cartas, borracheras juntos, salidas, consejos?, ¿qué la conserva?

Le cuesta entenderlo. Repasa sus últimos encuentros, las frases que utilizó en las conversaciones, pero tiene mala memoria, se inventa la mayoría de sus recuerdos y los llena de frases brillantes que sabe, no sería capaz de pronunciar hablando normalmente.

Calcula que a su Birra Moreti, la cerveza, a lo sumo le quedan dos sorbos. Cuando se sentó a tomarla juró no dedicarle más tiempo al asunto de la Caprino, que lo que le durara la bebida, por lo menos por hoy. Detesta echarle tiza a los asuntos.

Un mosquito diminuto aterriza sobre la mesa. Es la señal que estaba esperando. Concluye que cuando las personas cambian tanto, sin razón aparente, de un momento a otro, de la noche a la mañana (muerte y nacimiento, otra vez) se debe a la picadura de un mosquito. 

Está claro que la comunidad científica aún no lo ha descubierto, tienen cosas más importantes por investigar que las rarezas en nuestras conductas, el caso es que dicho mosquito, que Alcántara imagina no más grande que una mota de polvo, pica a las personas y les afecta su sentido de la amistad. 

Decide, por el momento, llamarlo: el mosquito de la extrañeza. 

It's a funny word 'friends'
You get beginnings and you got ends
I guess I'll see you when we're ashes again"

lunes, 24 de abril de 2017

El álbum blanco

 ¿Por qué nos encontramos con las cosas?, es decir, ¿qué hace que nos enteremos e involucremos con algo: un libro, un disco, una persona, un acontecimiento, en determinado momento de nuestras vidas?,  ¿Serendipia, destino, porque sí, porque no? Todo son preguntas.

Hace unos días di con  "Por qué escribo?",  un ensayo de Joan Didion, periodista, novelista, redactora publicitaria escritora norteamericana.  Didion cuenta que le tomo mucho tiempo descubrirse como escritora,  independiente de que fuera "buena" o "mala",  Simplemente escritora, "una persona   que sus  más apasionadas y absortas horas de vida son gastadas organizando palabras en pedazos de papel."

Me gusto mucho todo el escrito y luego busqué acerca de sus publicaciones: piezas de no ficción, ensayos y novelas.  Uno de sus libros se llama "The White album", que me recordó a los Beatles.  "¿Tendrá el título alguna relación con ese disco?" pensé, pero lo que más me llamó la atención es que uno de los ensayos que lo compone se titula "In Bogotá".  Más preguntas: ¿De qué hablará en él?

En otro link alguien afirma que Didion vivió Bogotá desde el hotel Tequendama, con flores que adornaban su baño y agua caliente en cualquier momento del día, y que seguramente no tenía puñetera (fascinante palabra) idea de que era en realidad Bogotá.  Imagino que esa persona, hace referencia a lo "feo" de la ciudad, sus zonas pobres, inseguridad y todos esos elementos correspondientes al otro lado de la moneda del bienestar.

Imagino que en su ensayo Didion narra lo que vivió, sin importar si se baño con agua caliente y jabón liquido para el cuerpo o se revolcó en un charco de lodo.  Como dice Millás: "Escribir consiste en ser capaz de ver lo que tienes delante de las narices".

Otra pregunta: ¿Necesita el escritor ser miserable, regodearse en la pobreza, las dificultades y decadencia humana para producir buenas obras?, en fin.

Tengo muchas ganas de leer el álbum blanco de Didion.  Voy a ver si logro apretujarlo en lo que me queda de lectura este año y a ver si logro descifrar la razón por la que me topé con él, que de seguro existe.  Todo siempre está conectado, pero nos cuesta descubrir cómo y/o por qué.  Por eso creemos en la mala suerte y cosas por el estilo.

“We live life entirely, especially if we are writers, by the imposition
of a narrative line upon disparate images, by the “ideas” with which 
we have learned to freeze the shifting phantasmagoria which is
our actual experience.”
- The white album -

viernes, 21 de abril de 2017

Párrafos cortados

Agarro o más bien tomo (el otro día alguien leyó algo que había escrito y me dijo que no le parecía apropiado el uso de la palabra agarrar, " ¿Por qué la utilizas tanto?"me preguntó.  No supe que responderle, creo que es un impulso inconsciente en el que mi mente elimina: coger, tomar, aprehender  ¿Quién utiliza semejante palabreja? o hacer presa, una opción bien extraña.  A esa lectora, por alguna razón fonética, gramática, de gustos, etc. ese verbo le produce molestia)  una maleta que no utilizo hace mucho y en la que suelo cargar mi portátil en las contadas ocasiones que lo saco de la casa.

El morral tiene muchos bolsillos, perfectos para guardar los paquetes de mecato cuando no se tiene una caneca a la mano, los cuales registro meticulosamente, "Qué tal que me encuentre un billete" pienso, pero eso ocurre en los pantalones y a mi casi no me pasa nunca.  

Mi búsqueda da con un papel arrugado y reducido, podria decirse, a su mínima expresión.  Lo desarrugo y es un fragmento en inglés de un cuento.  ¿Cómo llego allá? no lo sé. El trozo de papel corresponde a la esquina superior derecha de una página en el que se alcanzan a ver 3 párrafos cortados, más o menos a la mitad.

De acuerdo a lo que se alcanza a leer, el texto trata acerca de una escritora quién posiblemente siente algo de pena.  Me atrevo a afirmar eso porque una de las frases de ese primer párrafo es "But she  was already in her fifties".

Luego un párrafo de dos líneas explica que la frase "Since I was a young girl" era su introducción favorita. Supongo que todavía se está hablando de esa mujer que ya superó el medio siglo de vida.  La palabra que cierra ese segmento, junto con el signo de admiración  es Hemingway!.  De ahí deduzco quiere ser escritora y que ese es su autor favorito.  Decido llamarla Rose; es rubia y lleva el pelo corto.

Luego aparece otro personaje, un tal Paul que acaba de llegar,  ¿a donde? pues a una reunión de un grupo de escritura creativa al que también atiende Rose .

El tercer y último párrafo habla sobre vino y comida deliciosa.  Lo más probable es que Rose, que sin duda tiene algo que ver con Paul, o si no  ¿qué carajos llego este a hacer a la escena?, terminó con él en algún restaurante.  Paul únicamente ha leído la novela "Fiesta" de Hemingway, pero eso y un supuesto aire intelectual, le bastó para descrestar a Rose, quien no sabe que Paul está casado y solo quiere pasar el rato.

A veces nos pasa eso, captamos la vida a punta de párrafos cortados  e interpretamos mal  las situaciones en que nos vemos envueltos, debido a la falta de información.

jueves, 20 de abril de 2017

Dios y el fútbol

Recuerdo que en la época del mundial de Italia 91, me estaba quedando a dormir donde una tía. El día del partido entre Colombia y Alemania, en mí humilde opinión, el mejor partido que ha jugado la  selección, me quedé  viéndolo solo en la habitación de ella.  

Me imagino que la mayoría conoce la historia.  El partido estaba a punto de acabar y a Herr Littbarski le dio por meter gol.  Cuando eso ocurrió yo me tire encima de la cama y comencé a rezar o enviar una plegaria al cielo, a dios, al universo, la pacha-mama, o a quien quisiera y estuviera en capacidad de captar mi frecuencia espiritual.

Abrí los ojos justo en el momento en que Leonel Álvarez le quitaba el balón a Rudi Völler para iniciar esa tromba de ataque en modo toque toque. Al rato Rincón marcaría el gol del empate que daría le daría el   paso a la siguiente ronda a la selección.

Yo no lo podía creer.  Siempre me ha gustado pensar que mis plegarias, rezos, mantras de esa ocasión sirvieron de algo.

Hoy, el Lyon  jugó contra el Beşiktaş de Turquía y se fueron a penales.  Todos los jugadores marcaron gol en los primeros 12 tiros. En  La  séptima ronda ambos equipos fallaron, primero el equipo turco y al momento del disparo  del equipo Francés, la cámara enfocó a un niñó, hincha del Beşiktaş,  en la tribuna que tenía entrelazadas las manos con las palmas hacia arriba y movía su boca ligeramente y con mucha fe. Estaba seguro que Alá,supongo que le rezaba a ese dios, iba a hacer que el jugador del equipo contrincante errara al tiro

Finalmente así ocurrió y luego mostraron la cara de felicidad del niño, pero la plegaría quedó a medias, a dios no le interesa el fútbol  o algo así, pues para la octava ronda otro jugador del Beşiktaş volvió a fallar el penal y el próximo pateador del equipo francés no desperdicio su oportunidad.

miércoles, 19 de abril de 2017

Cerveza de lunes

Lunes 10 de la noche.  La terraza del Pub está casi desocupada. Clara y Javier ocupan la mesa de una esquina, que tiene poca luz y un ligero aire romántico, como queriendo pasar desapercibidos.   Parece raro que la gente tome cerveza el iniciar la semana,  ¿acaso no es un plan para los últimos días de esta, y que comienza desde el Jueves? paradigmas y más paradigmas.

Javier entró hace un par de semanas al área en la que trabaja Clara.  Las miradas se convirtieron en saludos, lo saludos en conversaciones, 2+2 es 4, mañana y noche..."¿Quieres ir a tomarte unas cervezas hoy Clara?".

Ella acepto de inmediato,  ¿por qué no? Considera grosero no aceptar una invitación, y pues allá él si  cree que tiene chance de involucrarse con ella.  Muy pocos lo logran y Javier no será uno de esos, lo supo hoy mismo luego de oírlo hablar por 5 minutos. No tiene nada que ver con lo que dijo, el tema que planteo, que no le parezca atractivo  o aspectos tan ínfimos como su tono de voz, simplemente sabe que no tiene chance con ella y ya.

Entre los diferentes tumbos que da la conversación, caen en el tema de las ex-parejas. Clara dedica más o menos una hora para contarle con todo detalle posible sobres los novios que ha tenido desde que entró a la universidad, sus pros y contras, a cuáles solo quiso, cuáles amo y cuales no fueron más que una simple aventura que, por diferentes razones, se extendió más de lo debido.

Javier escucha con atención.  Se muestra comprensivo y mete la cucharada para darle la razón cuando ella menciona las características de personalidad de uno de sus últimos novios, un músico que la enamoró con su aura bohemia y de artista, le cuenta.

Clara necesita ir al baño y Javier se para para dejarla pasar.  Cuando vuelve a la mesa, él hace un ademan de abrazarla que no termina en nada, pues ella arquea su espalda, simulando un bostezo.  "Ya está tarde,  ¿nos vamos?".  Javier, resignado le alcanza la chaqueta, se pone la suya y abandonan el lugar en una clara dinámica de "yo aquí y tú allá".

"Tal vez tomar cerveza un lunes es de mal agüero" piensa Javier.


martes, 18 de abril de 2017

Una recomendación

Una mujer española que se llama Blanca, me recomienda un libro de cuentos en Goodreads: El Polen del Universo. Decido darle una mirada en Amazon a ver de qué se trata.  Siendo fiel al concepto de hojear, leo parte del prologo, que habla sobre la necesidad de la ficción en nuestras vidas.  Me parece acertado y también que invita a continuar con la lectura.

Paso por encima el resto de este hasta que llego al primer cuento.  Este comienza con una escena que me parece un buen gancho narrativo: Sergio cava su propia tumba mientras un hombre le apunta a la cabeza con una escopeta y le  da sorbos a una botella de whiskey.  ¿Por qué están ahi?  ¿Qué los llevo a esa situación? decido que todo se debe a un ajuste de cuentas,  ¿de qué?: mafia, préstamo de dinero, drogas, líos sentimentales lo que sea.

El victimario, supongo que el hombre de la escopeta mata, más adelante en el cuento, al que maneja la pala, a menos que el autor utilice uno de esos giros inesperados que llevan el relato por un camino completamente distinto al que uno se imagino; menciona una palabra y la victima comenta que es una palabra extraña y le pregunta que qué significa.  Cuando el otro se la explica entran en una discusión sobre el significado de la palabra, que tiene como único fin alargar los minutos que le quedan de vida a Sergio 

El hombre de la escopeta se cansa y quién sabe de donde agarra un bate, de aluminio, y le da un golpe en los riñones a Sergio;  le dice que se calle y que continué cavando.  Él, que se supone está a punto de morir, lo desafía verbalmente: "Te mataré, hijo de puta".  ¿Cómo?, no tenemos ni la menor idea, otro artilugio narrativo del autor para mantenernos pegados al relato.  

El personaje de la escopeta no le presta atención y le dice: "La esperanza y el absurdo están cogidos de la mano".  Hasta esa frase llega la muestra gratis del libro.

Yo definitivamente le voy a Sergio; siempre tendemos a simpatizar con los personajes que están más jodidos.  Ojalá saque fuerzas de quién sabe donde, tal vez del mismo lugar de donde el otro personaje agarró el bate, y se lo meta al que le apunta con la escopeta por donde le quepa.

lunes, 17 de abril de 2017

Despertar

Andrés Rozo se despierta,  ¿qué hora es? no lo sabe. La escasez de luz le indica que es de noche, pero también podría ser de madrugada o el filo de la tarde que da paso a la noche.  No se decide por ninguno, se queda tendido, con los ojos abiertos, al rato los cierra, esperando una respuesta que nunca llega.

Se siente extraño como si fuera una persona diferente a la que se acostó; tal vez la sensación es producto de tener que despertar, ese tránsito del sueño a la vigilia que nunca deja de ser duro, extraño o ambas cosas al mismo tiempo.  Se pregunta  ¿quién es? y no se puede dar una respuesta, esta aturdido, pero eso no es lo que le evita responder la pregunta, "¿acaso alguien está 100% seguro de eso quién es?" se pregunta ahora.

Acude a su celular, pero la luz lo encandelilla y le molesta, así que lo apaga inmediatamente. Por más que desee y como en muchas otras ocasiones, el aparatico, aunque parezca, no le  va a colaborar con la definición de su identidad.

Después de su interacción con la tecnología, por lo menos sabe que hora es, 9:20 de la noche.  El sueño lo atrapo de un momento a otro sin habérselo propuesto.  Ahora también sabe que el hambre que siente es de comida y no de desayuno, una nocturna y la otra del día que, a pesar de ser casi idénticas, se diferencian por poco.

Siempre le ha causado desconcierto el tener que despertar. 

sábado, 15 de abril de 2017

Escasez de palabras

Una mujer y un hombre están en un café en el que suena música suave y  muy agradable. Teclean sus celulares freneticamente y no levantan la mirada. De repente el hombre comienza a hablar sin dejar de mirar la pantalla del teléfono: "La verdad no encuentro esa dirección,  ¿cual será?, No me deja escribirla, la verdad no entiendo esto" dice, haciendo referencia a una aplicación para pedir taxi.  

"Déjame ver", le responde la mujer, que lleva puesta una chaqueta roja y el pelo sujeto en una cola de caballo".  "Voy a llamar a Maria Fernanda, a preguntarle bien cuál es a dirección" dice el hombre.  Parece que están enfrascados en una pequeña batalla con la tecnología como excusa para no tocar otros temas para los que tal vez no tienen palabras.

!!Ya, por fin la encontre!" exclama el hombre, "aghh, pero había pedido pagar con tarjeta de crédito y el método de pago me quedó en efectivo".  
" ¿Para dónde vas?,  ¿No quieres ir un rato a mi apartamento" le pregunta, de forma algo coqueta, la mujer. El hombre por fin la mira a los ojos, le responde  con una frase a manera de escudo, que acaba con su flirteo: "No, mejor paso por mi casa para dejar la plata"  
"Claro, mucho mejor, y de ahí sales para el aeropuerto, porque si no  ¿qué va a decir tu esposa?

El hombre no le responde nada.  Al rato su celular pita, confirmando que un taxi ya va en camino para recogerlos. Guardan silencio hasta que abandonan el lugar.  

viernes, 14 de abril de 2017

Los cambios del Jeep

Hace muchos años mi papá tenía un Jeep Nissan de color azul  aguamarina.  Casi siempre estaba sucio pues, como ingeniero civil, debía llevarlo a las obras de las carreteras que construía y terminaba lleno de barro y polvo.

A mi siempre me gustó mucho ese carro por su amplitud y porque toda mi familia se podía acomodar en el sin problema.  A veces, cuando salíamos yo me sentaba adelante con mi padres y mis hermanos se hacían en la parte de atrás.

Me gustaba mirar como mi papá manejaba el jeep casi de forma mecánica, como si el timón, palanca y tablero de mandos fueran una extensión de su cuerpo.

Un día creo que el se dio cuenta de mi ensimismamiento y me preguntó que si quería hacer los cambios. "¿Yo?" le pregunte, y asintió sonriendo.  De ahí en adelante me convertí en el operador de la palanca de cambios del Jeep.

La palanca de cambios era muy grande, o tal vez no, pero para mi estatura y mi visión de las cosas en ese entonces lo era; era negra y terminaba en un mango negro en forma, más o menos, de bola.

Para mi era un honor hacer los cambios del jeep y me sentía muy importante. Al principio mi padre debía decirme en qué momento debía meterlos, pero con el tiempo me fui familiarizando con el sonido del motor y sabía el momento preciso de bajarlos o subirlos.

miércoles, 12 de abril de 2017

Pedalear

Un hombre monta bicicleta por la carrera 11.  Lleva  un abrigo azul abotonado hasta el cuello pues hace mucho frío; ese frío de las 5:52 p.m posterior a un aguacero.   ¿Qué importancia tiene dar la hora exacta? quizá no lo percibamos, pero el clima de ese minuto es diferente al de las 5:51 o 5:53, cada momento, cada segundo, minuto, época de nuestras vidas trae un clima diferente.

Tiene las manos metidas e los bolsillos del abrigo y su pedaleo lo hace avanzar a una buena velocidad.  Parece que le cuesta poco mantener el equilibrio de esa manera, a diferencia del resto de personas que también montan bicicleta a esa hora y se aferran  al manubrio con fuerza y determinación.

Está metido en su rollo, en su cuento y parece que poco o nada le importa lo que pase a su alrededor.  En ese momento su vida únicamente depende del pedaleo que, minuto a minuto, lo acerca a su destino.

En la intersección que lo veo, un semáforo se pone en verde justo cuando la cruza, como si supiera de antemano que no había necesidad de frenar o dejar su actitud relajada.  Lo sigo con la mirada hasta que la distancia se lo traga.  Nunca deja de pedalear a un buen ritmo, tal vez, en el lugar al que se dirige, lo espera una taza de chocolate caliente.

martes, 11 de abril de 2017

Tiempo

Unos le tienen pánico a las alturas, otros a los gatos, a que los entierren vivos, a los payasos, a los espacios abiertos, cerrados; una lista de nunca acabar, pues estamos en todo nuestro derechi de tenerle miedo a lo que sea.

Marcela Puentes también vive con miedos.  De pequeña le tenía pavor a los perros.  Apenas veía uno comenzaba a sudar y a buscar la mano de un adulto a la cual aferrarse.  Luego de muchos años las cosas no han cambiado; aún conserva parte de ese miedo pero ya ha aprendido a manejarlo. Tal vez ahí se encuentra el quid del asunto, es decir, en no huirle a los miedos, sino aprender a pilotearlos.

En medio de todo Marcela vive una vida "normal": tiene una familia que la quiere, trabaja, es exitosa, sale de fiesta con sus amigos, etc. pero desde hace un tiempo otro miedo ha comenzado a materializarse en su cabeza, uno extraño: Miedo al tiempo.

Podría pensarse que Marcela le tiene miedo a envejecer pero no, eso la trae sin cuidado.  Ha aceptado con dignidad las arrugas que le han aparecido en la cara y le son ajenos los miles de tratamientos de belleza que prometen camuflar la edad y dar un aspecto mucho más joven.

El miedo de Marcela respecto al intangible más importante que nos hemos inventado, tiene que ver con la inevitabilidad del paso del tiempo; que los relojes nunca paren o se devuelvan.  Le aterra saber que ese segundo que pasó, ya se ha perdido por completo y,  ¿cómo saber si lo aprovecho o no?  ¿quién le puede dar esa respuesta?  En un principio creía que ella misma la podía solucionar, pero  ¿cómo saber que si estamos aprovechando el tiempo con lo que sea que hagamos ? en últimas  ¿qué es aprovechar el tiempo?, ¿no ocurre más bien al revés y  es el tiempo quien se aprovecha de nosotros?

Estas y otras preguntas le se pasean constantemente por su cabeza, pero los hijos, el trabajo, la pareja, los amigos, hacen que las olvide y le brindan un alivio temporal, que cesa apenas suena o mira un reloj, y cae de nuevo dentro de su torbellino de inquietudes.  

lunes, 10 de abril de 2017

La de pirnos

A Gabriel le encanta conversar, encontrarse con un par de amigos y comenzar a hablar sobre cualquier tema, procurando evitar su seriedad de “Adultos profesionales” y esas ínfulas de expertos, que a veces nos invaden.  Charlar, sobre lo que sea, temas con o sin sentido. Dejar que las palabras fluyan como un rio que se desborda por la boca. 

Sabe que para hacerlo, la actividad por sí sola puede ocurrir, pero tiene claro que en algunas ocasiones puede resultar más agradable, cuando variables externas (café, licor, café con licor) hacen presencia.

La bebida que más le gusta es la cerveza, que se encuentra en todo lado, y es una de las más asequibles en cuanto a precio . En él la cerveza actúa como una chispa que le prende el cerebro y que produce una colisión de neuronas que se traduce en palabras, acompañada de exclamaciones y risas.

Es sábado en la noche y Gabriel está con un grupo de amigos charlando en un café.  Al momento de la partida, en medio de apretones de mano y besos en la mejilla, Juliana pregunta: “¿Y si nos tomamos una cerveza? Todos se miran con caras de “¿y por qué no?” y vuelven a tomar asiento. “Solo una y ya” responde con una sonrisa Gabriel mientras mira su reloj.  “Si solo una, la de pirnos” dice Juliana a quién le brillan los ojos.

Piden esa única cerveza de la noche, que rara vez es una.  Esa primera o única, como quiera llamarla estimado lector, cumple con calentar los motores, bien sea de la conversación, la noche, el flirteo o lo que sea.  Apenas se acaba. La cantidad de temas que quedan expuestos sobre la mesa necesitan ser cerrados de alguna forma, si suponemos que se puede concluir algún tema en esta vida.

Gabriel, con un sorbo decisivo y prolongado, es el primero en acabar la cerveza, y espera, golpeando con las uñas la botella y llevando quién sabe el ritmo de qué canción, a que el resto lo haga.  Es ahí cuando suelta la pregunta: “ ¿Qué, otra?”,  y dígame usted,  ¿quién es el malvado que responde “no” ante semejante pregunta tan inofensiva y tentadora? “Bueno” responde Juliana, quitando el pelo de su frente. “Pero esta si es la de pirnos” dice otro amigo”. Gabriel asiente con la cabeza y esboza una sonrisa que poco a poco agarra fuerza hasta que muestra todos sus dientes, una sonrisa que encierra un mudo y tajante “¡Si!”, levanta la mano para llamar a la mesera y pedir la otra tanda. 

La segunda, igual que la primera, suspendió el tiempo y acompaño la conversación.  Cuando se acabó, el grupo de amigos sabía que tenían que pedir la tercera.  Hay momentos que no se pueden cortar de forma abrupta.

Esa les dio para otra media hora de conversación. En sus caras se les notaba el cansancio, pero también la emoción de la charla y el reencuentro.  Cuando se la terminaron, alguien se atrevió a soltar la misma pregunta de hace un rato “¿Otra?” y esta vez la respuesta de todos al unísono fue: “Nooo pa’ la casa”

Quizás esa tercera cerveza separa el territorio de “un buen rato” con ese otro de “penumbras de la inconsciencia” al que a veces queremos a viajar cuando tomamos licor.

Apenas se pusieron de pie, Gabriel y Juliana, en un acto reflejo, entrelazaron las manos. A Su conversación aún le quedaba tema.  

viernes, 7 de abril de 2017

Las 5 patas del gato

Gabriela camina por la calle distraída y, sin querer, escucha  una frase de una conversación entre dos hombres: "No le busques 5 patas al gato."

 ¿Qué pasaría si alguien se entera de lo que ella sabe, que los gatos en vez de 7 vidas tienen 7 patas?, ¿ si alguien, por alguna razón descubre que sus días amanecen de noche y oscurecen de día?,  que  ¿ 2+2 no siempre es cuatro, como nos han tatuado en la cabeza? seguro la tildarían de loca y la encerrarían en un manicomio por cuestionar abiertamente la  normalidad de la realidad.

Por eso prefiere guardarse sus verdades e ir a la fija.  Jugar a lo seguro en sus relaciones con familiares, amigos y parejas (esposo y amante) y actuar bajo el "orden" del mundo.  Sabe que ocultar su caos mental, le brinda tranquilidad a las personas que conoce.

Hoy su cielo tiene 2 lunas la de siempre y otra con el doble de  tamaño de esta y de color rojo.  Una vez leyó una noticia en la que aseguraban que un planeta de nombre Hercólubus  sería el causante del apocalipsis en la tierra, "como si necesitáramos ayuda externa para ese episodio" piensa.  Ese gran astro provocaría terremotos y maremotos y llevaría a la humanidad al borde de la locura.

Se pregunta si esa luna de color rojo es el Hercólubus sobre el que leyó en esa ocasión o su Hercólubus, que se presenta para acabar con su desordenado mundo.

Mira ambas lunas por la ventana de su casa por mucho tiempo, hasta que se aburre y da media vuelta para dormirse.  Mañana será un nuevo día para continuar fingiendo.

jueves, 6 de abril de 2017

Lector profesional

Bruno Ovalle muerde una tostada y el crujido parece un lamento del trozo de pan sólido.  Al instante lo ablanda con un sorbo de café y voltea a mirar el reloj de pared y siente  cada traqueteo del segundero como una micro-puñalada. 6:20 a.m. Hace unos cálculos mentales rápidos y concluye que dispone de 15 minutos para hojear el periódico.

De forma distraída agarra los avisos clasificados de empleo, y antes de sumergirse en la sección de deportes, pasa unas cuantas hojas despectivamente.  Un anuncio, con fondo amarillo y letras de un negro intenso, que ocupa la mitad de la página,  capta toda su atención:

LECTOR PROFESIONAL 
La empresa Leer&Leer busca  una persona apasionada por la lectura.  
No se requiere título profesional, sino únicamente ganas de leer en diferentes 
cafés a lo largo de la ciudad y como si el mundo se fuera acabar mañana.  Es obligatorio
 que la persona tenga un gusto exagerado hacia el café o té, bebidas que podrá acompañar 
con cualquier producto de pastelería. El puesto está sujeto a una prueba literaria de 
conocimiento para comprobar su trayectoria como lector. 

Ovalle leyó el aviso unas 10 veces letra a letra, sílaba por sílaba.  No lo podía creer. " ¿Quién gasta tanto dinero en un anuncio? seguro es una broma" pensó, pero,  ¿y si no lo era. cómo dejar pasar la oportunidad?  

Cumple con todos los requisitos y es la oportunidad perfecta para dejar un puesto de trabajo con el que nunca se ha sentido a gusto.  Por un momento piensa en no ir a la oficina. Cree que, de enviar la hoja de vida, el trabajo será suyo; mejor ponerse a repasar sus conocimientos literarios  para la prueba que pronto va a presentar.

Al rato se desanima  "¿y qué si estoy soñando?" se pregunta. Siente rabia, que tristeza que todo el asunto solo haya sido ese viejo cliché de un personaje al que todo lo que le ocurre no es más que un sueño; "que fórmula tan barata" murmura.

Han pasado dos días y Bruno Ovalle no ha vuelto a su trabajo, sigue sentado en el mismo lugar de la cocina, esperando despertar.  Ya perdió la cuenta de las veces que ha leído el anuncio.  Nadie ocupa aun el puesto de Lector Profesional. 

miércoles, 5 de abril de 2017

Nido de libros

Hoy fui a un lugar que tenía una nido de libros, es decir, una estructura en madera en forma de casa, de la cual las personas pueden tomar un libro para leer y luego volver a dejarlo en el mismo lugar. Siempre me ha parecido una idea brillante, que solamente había visto hace un par de años en  un Cul de Sac muy acogedor de Bozque Izquierdo.

 El "nido" tenia escrito en uno de sus costados, sobre pintura amarilla y en letras azules el número "451", como referencia sarcástica, imagino, a la novela apocalíptica de Ray Bradbury en la que está prohibido leer libros.  

Apenas  la vi fui a mirar que libros guardaba pues a veces los libros nos llaman.  Eran 7 libros: Un minuto de silencio, una portada de fondo azul con una imagen de una pluma, al parecer de escribir, dentro de un frasco de tinta vacío, que me pareció algo cursi;  Libro del Abad y la alquimia, un libro de poesia con un dibujo sencillo de un castillo; Diccionario Filosófico y Marxista, el más viejo de todos que catalogué aburridor de primerazo, pido excusas para quienes ese sea su libro preferido; Erosión, la obra poética desde 1977 hasta 1988 de un escritor  de apellido Chaparro; La Celestina, que no me molesté en hojearlo, Omeros de Derek Walcott y simulación de un reino de Álvaro Miranda: Poética de la deconstrucción del canón  ¿Qué?,  y  Brevario del Despojo.

El título de este último, también de poesía, me llamo la atención, es sonoro y la palabra Despojo tiene fuerza.

Lo abrí más o menos por la mitad y me encontré el siguiente poema, frase o frase poema o, me atrevería a decir, fina cachetada de palabras:


"Sin darnos cuenta trabajamos duro para perder el tiempo con dignidad"


Leí otro par hasta mientras esperaba a otras personas, y todos guardaban un tono similar: algo de rabia, y mucha vulnerabilidad:


"Es bueno llevar una carta en el bolsillo de la camisa 
—junto al corazón—
sacarla y leerla de vez en cuando"


"No hay que tener miedo a celebrar con champaña

o con un vulgar vino comprado en la licorera de la esquina"


     "Books were only one type of receptacle where we stored a lot of things
 we were afraid we might forget. There is nothing magical in them, at all. The magic 
is only in what books say, how they stitched the patches of the 
universe together into one garment for us."
- Fahrenheit 451 -

martes, 4 de abril de 2017

Miga de pan

Joaquín Fäber (pronucie la ä como mejor le parezca, estimado lector) está desayunando. Se encuentra en una etapa de su vida en la que no hace más que saltar de una duda existencial a la otra.

Subraya cada tema en su mente, hasta que dejan de tener sentido y luego los olvida para empezar a cuetionar y cuestionarse con otro

Le gustaría que alguien le preguntara “ ¿usted no sabe quién soy yo?” sólo para poder responderle “nada”. Cree que todos somos nada y “¿cómo es posible que seamos nada?” si en verdad es así, ¿a qué carajos vinimos al mundo?, ¿en que se convierte este circo al que llamamos vida?” se pregunta

Se imagina entonces al universo y sus millones de cosas, incluida la palabra cosa, abstractas, sólidas, reales, imaginarias, vivas, muertas, inanimadas (¿son estas dos últimas lo mismo?), unas tan grandes como el edificio de 80 pisos que puede ver a través de la ventana y otras tan tremendamente pequeñas como la miga de pan que flota en su café. 

También trata de imaginar todo el tiempo que ha transcurrido y todo lo que ha pasado para llegar a este momento de la raza humana, que de humana más bien poco.

Trabaja el borrador de una teoría en la que se le asigna, no tiene idea de qué manera, un porcentaje de espacio y/o significado a todas las cosas que conforman el universo. De lograr realizar ese cálculo tan particular y complejo, sería inevitable llegar a la conclusión de que no significamos nada, que nuestro porcentaje de participación en la historia de la raza humana, no guarda gran diferencia con la miga de pan que miró hace un rato.

Cree que hacemos parte de algo que no logramos entender y, si lo hiciéramos, comprenderíamos que de nada sirve toda esa importancia que le damos a nuestros títulos, estatus y credenciales.

Piensa que tal vez parte de su teoría tenga que ver, de alguna manera, con eso que unos llaman “iluminación”, que está asociado a momentos de profunda meditación, en los que las personas, de repente, aclaran su panorama, descubren su misión en la vida y cuál el paso a seguir.

Fäber leyó una noticia de esas la semana pasada. Una periodista famosa con una vida “normal” y lo que esta supone: status, posesiones, riquezas, etc, de repente decidió despojarse de esa carga material, física y mental, y donó todo para darle un nuevo sentido a su vida. 

“No creo ser capaz de hacer lo mismo que esa loca” piensa y luego le da mal genio haberla juzgado. Allá ellá con su rollos, allá ella con su vida y el rabo que es un candelero y todas esas cosas. Fäber piensa que si nunca se va a iluminar en vida, por lo menos va a tratar de dejar de encasillar a las personas en un único rol: el fiel, infiel, el que estudia, el pilo, el negado, el fracasado, el brillante…

“¡Si no existe nada que importe, no hay nada porque
enfadarse! ¡Y si no existe nada porque enfadarse tampoco
existe nada porque pelearse!”
- Jane Teller, Nada -

lunes, 3 de abril de 2017

Nico juega

Nicolás tiene 6 años, es disperso, le cuesta concentrarse y detesta  meterse la camisa dentro del pantalón.  Estamos en una reunión familiar y me lo encuentro jugando solo.  Me parece extraño pues otros de sus primitos están jugando en grupo.  Me siento en su cama y le pregunto por qué no está con ellos.

"Me da pereza competir" responde sin mirarme y a la vez concentrado en un carrito de color rojo que desliza por el suelo. "Ahh" le respondo.  La verdad no sé que más decirle.  Su respuesta encierra mucho más que esas cuatro palabras. Se podrían escribir libros o tratados enteros, a partir de ellas, qué se yo, de como la competencia nos jode la cabeza y desencadena otro tipo de conductas nocivas para nuestra salud mental como compararnos, por ejemplo.

"Después de unos segundos de silencio, Nicolás concluye su respuesta "Yo solo quiero jugar".  Su sabiduría es tremenda. Me levanto de la cama y abandono el cuarto para no incomodar su estado de presencia, que tanto cuesta alcanzar.

No dejo de pensar en la conversación que tuve con Nico y en su sabiduría a tan corta edad.  Ojalá todos tuviéramos tan clara la importancia del juego, en cualquier ámbito, en nuestras vidas.

sábado, 1 de abril de 2017

Orden

Ramón Jiménez ha oído decir muchas vece frases como: “primero la primaria”, Primero Lunes que martes, y otras tantas que lo fastidian. Juegos de palabras que disparan ciertas personas con algo de soberbia para indicar un supuesto orden. ¿De qué?, podría decir “de las cosas”, pero detesta reducir a condición de cosa a asuntos y personas.

Ahora que escribe el capítulo XV de su novela, le gustaría poder aplicar una de esas consignas sonsas a su proceso creativo. También le gustaría no ser perezoso y  darle un título a cada capítulo, en vez de un frío y convencional número, un número que apunta a un orden, pero, ¿de qué? vuelve y se pregunta.

Lleva 15 minutos mirando el último párrafo que escribió; en especial la frase que lo cierra: “a punto de romper la masa negra de la falda”.  No tiene idea como continuar el escrito. 

Hace parte de una metáfora sobre Verónica, uno de sus personajes. Si se la encontrara en la vida real seguro la invitaría a salir, pues le parece fascinante. Es una artista exitosa, bonita, tiene buen sentido del humor, y un novio con el que está a punto de casarse.

No le ha contado a nadie, pero a veces le gustaría deshacerse de ese personaje, al que también le puso Ramón. Sabe que los escritos siempre terminan reflejando aspectos de sus autores; a veces imperceptibles pero que siempre están ahí, escondidos tras la tinta y curvas de las vocales y consonantes.

Está vez Ramón decidió no camuflar nada, es decir, le importa muy poco si lo asocian con ese personaje, pues por muy similar que pueda llegar a ser, no es él, es solo un producto de su imaginación, que junto con los otros no es más que otra descarga en el papel. ¿De qué? de sus miedos, seguridades, pasiones, tristezas, de lo que es y no es, de mentiras y verdades. De estas, siempre espera que las últimas sobrepasen a las primeras; sabe que solo son las suyas pero, ¿qué importa si no hay orden en nada, si nada es verdad o mentira absoluta? 

A veces su escritura es como esa masa negra de la falda de Verónica, un bloque compacto y rígido que debe martillar con cuidado para ir desprendiendo las palabras y que estas caigan con cuidado una detrás de la otra o la otra detrás de una, pues ¿qué más da?

 "¿Cuál es nuestra maldita obsesión con el orden?" Le pregunta Ramón a Veronica en el inicio del siguiente párrafo.