Las palabras, a pesar de todo lo bueno que tienen y representan, muchas veces también pueden ser utilizadas como proyectiles, y equivalen, guardadas las proporciones, a un mísero dardo, uno con veneno o una bala de cualquier calibre, incluso algunas son como una bomba y desatan una reaccción en cadena.
Aun no somos conscientes del poder que tienen las narrativas contra las que nos enfrentamos a diario, e incluso, tampoco de las que generamos y vamos disparando por ahí como si nada.
EL punto es, creo yo, que en medio de nuestro discurso, charla, historia, etc. muchas de esas palabras que lanzamos, se convierten en proyectiles que se clavan en lo más profundo del corazón o la mente de las personas y la zona que suele verse comprometida es la del orgullo. De ahí que las personas cambién radicalmente con uno de un día para otro. Es posible que cualquier juego de palabras que uno haya utilizado, sea asimilado como un proyectil.
Todo se complica aun más, pues me imagino que esto suele ocurrir debido a una suma de factores que uno no controla: hora, estados anímicos, clima, etc. más la complejidad del cerebro humano y su extraña capacidad de percepción.
Todo funcionaría mucho mejor, si en medio de esa "guerra", tácita para unos y desconocida para otros, tuvieramos el valor de decir cuando estamos heridos, para así evitar malentendidos.
El único remedio es tratar siempre de hablar lo más claro posible.
"I know one million ways
To always pick the wrong thing to say
Oh yes I do"
To always pick the wrong thing to say
Oh yes I do"