Esta mañana me desperté a las 5:00 a.m quién sabe por qué. Creo que fue a causa del calor que tenía. Saqué una pierda de debajo de la cobija, acción que más o menos alivio esa sensación. Finalmente no me pude volver a dormir. Pensé en lo poco que había dormido, pero de nada me sirvió cerrar los ojos nuevamente, pues no logré conciliar el sueño .
Mientras daba vueltas, pensé que más tarde escribiría algo. Solo pensé en eso pero no sobre lo que iba a escribir. Fije ese más tarde como las 11 de la mañana, pero a esa hora me bañé y mis planes de escritura por la mañana se truncaron.
Solo hasta hace unos minutos me senté a hacerlo, sin ningún tema en la cabeza. Eso no me gusta, es decir, me gustaría tener una facilidad extrema para escribir cosas brillantes sobre lo que sea, por ejemplo, el tarro de colores que me regalaron en una feria de algo en corferias, que lleva incorporado un taja-lápiz, y que está sobre mí escritorio.
Con esos colores paso algo similar que con mi plan de escritura de las 11 de la mañana, apenas me lo regalaron pensé "Voy a dibujar algo en tinta china y luego lo voy a poner color". Desde ese entonces he hecho un par de dibujos, pero a ninguno le he puesto color, y ahí sigue el tarrito, esperando a ser utilizado.
El punto es que quería escribir algo, lo que fuera. De pronto los lunes festivos la mente, de cierta forma, se bloquea y se empeña en descansar. De lo que si estoy casi seguro es que en ocasiones las palabras e ideas se encuentran en el momento adecuado y dan paso a textos memorables, y otras simplemente no es así, pero como no sabemos cuando esa suma de casualidades va a ocurrir, por eso es bueno escribir constantemente, y mucho más cuando no se tienen ganas o ideas. Debemos hacerle frente a la pantalla en blanco, que nos desafía con la ausencia de letras.