martes, 8 de diciembre de 2015

Madrugón

En el colegio, cuando me tocaba despertarme condenadamente temprano, lo hacia sin dificultad.  Experimentaba los primeros minutos del día en un estado zombi, pero después de la ducha esa sensación de letargo desaparecía.

Ahora me cuesta mucho más levantarme temprano.  A medida que uno se hace viejo uno quisiera atesorar esos "5 minutos más" hasta la eternidad.  Pocas cosas son tan placenteras como el acto de oprimir un botón del despertador para que deje de sonar, dar media vuelta y volver a cerrar los ojos.

En las últimas semanas he madrugado sin querer, es decir, me acuesto tarde con la consigna de dormir mucho, y de repente me despierto de forma natural en la madrugada.  No me gusta cuando eso me pasa, pues mi paranoia se dispara por los aires y comienzo a pensar que algo malo me va a ocurrir en ese instante o a lo largo del día, y que el despertarme es una advertencia de ese hecho nfasto que nunca se presenta.  Nunca ha pasado nada.  La única vez que si ocurrió algo fue  porque estaba enfermo y el cuerpo me pedía a gritos que vomitara.

Toda esa introducción para hablar sobre los madrugones navideños, solo piénsenlo  ¿En serio madrugar para consumir?  ¿Ir, en las primeras horas del día, a pelearse con una tracamanada de desconocidos por un carrito de mercado o la última prenda que supuestamente tiene rebaja?  La verdad a mí me da mucha pereza eso. 

 Quién sabe desde cuando Diciembre se instaló en nuestras mentes bajo dos premisas: "Tenemos que estar felices o aparentar felicidad" y "Debemos gastar todo el dinero posible incluso si no lo tenemos.  !NO A LOS MADRUGONES DE NAVIDAD!



"I don't question
our existence
I just question
our modern needs"
- Garden -