En estos días he comido varias veces sushi, un plato que siempre me trae buenos recuerdos. A María la conocí en el matrimonio de un amigo. Ese día ella llegó tarde y se sentó atrás, diagonal a donde yo había quedado ubicado. Me la pase mirándola durante toda la ceremonia. Para el almuerzo no hubo puestos fijos, una gran ventaja pues siempre es bueno que a uno no lo sienten con un par de tíos. Me senté en una mesa con unos amigos, y al rato ella llegó y se sentó a mí lado. Tiempo después me confesó que lo había hecho a propósito. "Si me mira tanto, pues me le voy a sentar al lado", fue lo que pensó en esa ocasión.
Para esa época yo no había probado nunca el sushi, simplemente porque no concebía comer algo "crudo". La primera vez que salimos, María dijo que eso era lo que quería comer y yo no le dije nada. Ya no recuerdo quien hizo el pedido en el restaurante, me imagino que fue ella, pues yo no tenía idea alguna acerca de los diferentes rollos.
Esa fue mi primera vez con el sushi, y desde ahí me aficioné mucho a esa comida. Con María salí un poco más de 4 meses, y al final las cosas no funcionaron porque muchas de nuestras ideas e ideales iban en contravía. De todas maneras debo darle las gracias por haberme presentado el sushi.