jueves, 28 de enero de 2016

Antonia

En medio de una conversación de poca importancia, no sé en que momento tocamos con Antonia el tema de las relaciones.  Después de botar, cada uno, un par de ideas al respecto, ella me pregunta "¿Tú supiste que yo tuve novia, cierto?"

Le respondo que sí.  Afortunadamente nadie me lo contó con el morbo del chisme, pero era imposible no  leer entre líneas sus conversaciones con otras personas, en especial con María una de sus mejores amigas, como para no darme cuenta.

Seguimos hablando y le pregunto, pero entonces  "¿te gustan las mujeres o los hombres?" y complemento mí inquietud  con: "¿te consideras, lesbiana o bisexual?".  Antonia es supremamente fresca y no le pone problema a mis preguntas, que ahora considero infantiles.  Me sonríe mientras prepara su respuesta:

"Yo no me considero nada, solo soy Antonia y ya. No me gusta catalogarme como esto o lo otro." Y tiene toda la razón.  Como ya lo he escrito un par de veces, saltamos de una dicotomía a la otra, muchas dictadas por la sociedad, y esto no nos permite ser sinceros.

Le digo que creo entenderla, y concluyo: "entonces tú no te enamoras de un hombre o una mujer, sino de la esencia de la persona,  ¿si?.  "Si,  es algo así" me responde. 

A la larga creo que todos tenemos rasgos del sexo opuesto.  Tal vez nunca salen a la superficie, pero están ahí, escondidos o no, listos para prestarnos ayuda en cualquiera de nuestros asuntos.

“Creative individuals are more likely to have not only the strengths 
of their own gender but those of the other one, too.”
- Mihaly Csikszentmihalyi -