Me gusta cuando las chaquetas tienen muchos bolsillos. A veces cuando no hay una caneca cerca voy guardando basura,papeles que ya no me sirven para nada o el paquete vacío de alguna galguería, en ellos; los encuentro muy útiles para eso.
No concibo que diseñen camisas y no le pongan ni un solo bolsillo. Para mí eso es un complique, pues no tengo donde meter elementos de mi kit de guerra urbano como mi estuche de lentes, las gotas o el más importante de todos, mi mp3. Al que se le ocurrió eso de no ponerle bolsillos a la ropa, fijo fue el mismo de la tarada idea de cambiar la cremallera de los jeans por botones.
Algo muy bueno de los bolsillos es que cada quien los utiliza como le de la gana, recuerdo que en los descansos del colegio, un amigo, a veces compraba tarde algo de comer en la cafetería y al momento de tener que entrar a clase nuevamente no tenía problema alguno en meterse una empanada en el bolsillo, por ejemplo, para irle dando mordiscos en el salón de clase.
Nada como aquellas ocasiones en que nos encontramos un billete o un dulce en uno de esos compartimientos, aquellos momentos son de dicha y felicidad pura.
En la navidad pasada me regalaron una chaqueta que tiene muchos bolsillos y por eso pensé en este tema. En un momento me imaginé una historia de un hombre que accede a diferentes dimensiones cada vez que mete la mano en un bolsillo diferente. Larga vida a los bolsillos.