lunes, 7 de marzo de 2016

Sugestión

Hace un tiempo algo hizo disparar en mi cabeza un recuerdo sobre el test de Cooper.  Me imagino que muchos saben de que estoy hablando.  En el colegio siempre odié esa prueba, básicamente porque me parecía (aun me parece) ridícula.

En primaria, una de las primeras veces que la presente, el profesor nos llevó a la cancha de fútbol.   nos explico más o menos en que consistía lo que íbamos a hacer,  ubicó a todo el grupo en la mitad de la cancha,  a un costado, y dio un pitazo para que comenzáramos a correr alrededor, como unos tarados,  en un trote animado.

Estaba yo en esas, tranquilo, escasamente renegando por tener que darle vueltas a una cancha de fútbol al trote, cuando alguien me alcanzó y me dijo que Wilson era el diablo,  estaba poseído o algo así.  La consigna era clara, tocaba alejarse de Wilson, porque algo no andaba bien con él.

 "¿Wilson?" me pregunté.  Al principio no le puse atención al rumor, no porque no creyera en el tema de las posesiones y esas cosas, sino porque Wilson era uno de los personajes más calmados del salón.  Era Alto, flaco y de piel algo oscura.  Nunca molestaba en clase y si había algo que lo caracterizaba, era su peculiar forma para tomar notas, pues, tenía una cartuchera repleta de esferos de diferentes colores, que utilizaba en su totalidad para tomar apuntes. 

A medida que transcurría la prueba más compañeros y amigos confirmaban el rumor:  Wilson tenía algo. 

Después de unos veinte minutos yo ya estaba cansado cuando !oh sorpresa! Wilson me alcanzó y no solo eso también me dirigió la palabra;  El diablo conversaba conmigo. A pesar de mi cansancio no tuve otra opción que acelerar el paso,  lo que en ese entonces denominábamos "pique choro".  Después de un rato de mi aceleración repentina Wilson me volvió a alcanzar y esta vez aceleré mucho más.

Me imagino que ese día tuve el mejor rendimiento en un test de Cooper.

 ¿Cuantas veces nos dejamos sugestionar para mal por las personas que tratamos a diario? 

Al otro día de clase, al parecer, Wilson ya no estaba poseído, pues nadie volvió a tocar el tema.  Nunca se me va olvidar su gesto de extrañeza cuando me alcanzaba y yo echaba a correr como loco.