O. M, una buena amiga, ha tomado como costumbre traerme, de regalo, libros de escritores nacidos en los los países que visita. Cuando estuvo en Cuba me trajo "De las pequeñas cosas" de Antón Arrufat.
Hace poco llegó de Guatemala y quedamos de vernos para ir a la miniferia de libros, plan que resulto en un fracaso, pues mencionar que se venden libros a $5000 es como decir, guardando las debidas proporciones, que se ofrece cerveza a $500, y la afluencia de público y las largas filas hicieron que desistiéramos de nuestro plan.
Cuando ya nos ibamos, me dijo que me había traído un regalo. Cuando la acompañe al carro, me entregó "Viernes de Dolores" del escritor, periodista, diplomático Guatemalteco y premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias.
El título de la novela me intriga mucho. Hoy en la tarde, me fui a tomar un café y decidí comenzar a leer el libro. Después de comprarlo, y buscar una mesa que no estuviera mojada, comencé a trabajarlo. Digo trabajarlo, porque siempre habrá algo de misterio y lucha al comenzar a leer y descifrar la narrativa de un autor del que uno no había escuchado nada. Tenía pensado comenzar el primer libro de la tetralogía de Elena Ferrante, pero por alguna razón cayó en mis manos el Viernes de Dolores y creo que debo prestarle atención, ya habrá tiempo este año para sumergirme en la literatura de la escritora/escritor italiano(a).
Justo después de que me senté, la mesa de la derecha la ocupo un grupo de personas; un hombre con un pantalón amarillo, camiseta naranja y un saco azul enroscado en el cuello a manera de bufanda, una mujer que llevaba una chaqueta roja como de motociclista y la otra que quedo de espaldas a mí, llevaba puesta una chaqueta desgastada de jean y un pantalón negro. Todo iba bien hasta que la mujer de la chaqueta de Jean comenzó a fumar. No soporto el olor a cigarrillo, así que después de dudar por un momento, decidí tocarle la espalda con la yema de los dedos; apenas se volteó le dije:
"¿Puedes apagar el cigarrillo por favor?"
La mujer me sostuvo la mirada por un par de segundos y con los ojos vidriosos y la voz quebrada me respondió: "De verdad lo necesito, solo me voy a fumar este"
"Bueno" le dije, tratando de transmitirle algo de calma con mi escueta respuesta
He oído que el cigarrillo ayuda a controlar los nervios, y pues al parecer la mujer se encontraba en ese estado. Hasta ahí llegó mi lectura, pues de ahí en adelante me dediqué a escuchar su conversación, pues quería saber porque necesitaba, tan desesperadamente, fumarse un cigarrillo.
Al poco tiempo me enteré de lo que le había pasado: La habían despedido. No supe exactamente cual fue el incidente, pero la mujer, que trabajaba en una agencia de publicidad, tenía roces con su jefe y hoy esta, sin previo aviso o advertencia la echó al caer la tarde. No me gustaría estar en los zapatos de la fumadora este Domingo a eso de las 6 de la tarde.
La mujer estaba muy preocupada y repetía a cada rato " ¿Qué le voy a decir mi papá?, sus amigos trataban de calmarla y acudieron a los clichés que se utilizan en esas situaciones:
"Dios sabe como hace sus cosas"
"lo mismo le paso a fulanito y hoy está mucho mejor"
"Las cosas pasan por algo" no puedo negar que me me dieron ganas de decir en voz alta"Si, por algo que uno hizo o dejo de hacer".
La otra mujer y el hombre le decían que había actuado súper bien, pero ella insistía en que le habría gustado ser un poco grosera, el hombre subió la voz y le regalo otra perla verbal al mejor estilo de Pablo Coelho:
"No hay mejor bofetada que la decencia"
Al final se despidieron y se abrazaron, y el hombre habló nuevamente ; "Bueno, yo me tengo que ir pero fresca mamasita que acá estamos" y concluyo su frase nuevamente haciendo referencia a dios. Queda claro que si existen los viernes de dolores.