martes, 9 de agosto de 2016

Audífonos

Hay ciertos objetos que al ser tan comunes les prestamos poco o nada de atención, y no caemos en cuenta del equilibrio que le brindan, no solo a las personas sino al universo entero. Uno de ellos son los audífonos.

Los míos, es decir, el objeto pues los he cambiado muchas veces, hacen parte de mi kit de guerra urbano desde hace bastante tiempo.  Tengo muy claro en mi memoria al tercer día después de ingresar a mi primer trabajo. Aquella vez era la fecha de pago y apenas me di cuenta que me habían consignado algo de dinero en mi cuenta, lo utilicé  para comprarme unos audífonos.

Los audífonos nos permiten poner en mute  al mundo y su incesante ruido. Cuando esto ocurre sólo queda el  de nuestras cabezas, las miles de ideas y pensamientos que llueven en nuestro cerebro durante todo el día.  De esta forma, los audífonos permiten, en parte, quedarnos "solos", algo que puede ser muy aterrador por lo desacostumbrados que estamos a hacerlo.

Pocos momentos se comparan con ponerse los audífonos en la calle, y arrancar a caminar despreocupadamente.  Ninguno de nosotros está exento de que se nos salte la palanca de la locura y el hecho de que no haya más loco suelto en la calle, agarrando a bala a una multitud de personas, creo que es algo que se lo debemos a los audífonos. Estos forman parte de ese misterioso y complejo sistema de válvulas de escape que tenemos para ser "normales", en medio de lo impreciso que puede llegar a ser ese término.