El fin de semana pasado fui a un matrimonio y le puse algo de atención a las palabras del cura, que en un momento habló sobre el amor. El fragmento de la biblia que escogió para la ceremonia era la carta de un apóstol a los Corintios, que siempre me recuerdan al corinthians, equipo brasilero; asociación, claro esta, simple.
Según el cura el texto es bellísimo, pues la primera sección de este explica qué es el amor y la última qué no lo es. Fueron palabras que captaron mi atención, pues creo que realmente nos falta mucho por saber en que consiste ese sentimiento, así que eliminé las ideas que se me cruzaban por la cabeza, e intenté ponerle a la lectura del texto.
No me pareció nada del otro mundo, posiblemente no lo entendí o interpreté de la manera que debía hacerlo, o como el cura quería que lo hiciéramos. El punto es que, como muchos pasajes de la biblia, era una pequeña historia y lo realmente valioso de estas es que cada quien las entiende a su manera y se apropie de ello que considere importante.
Cuando el cura terminó de leer el texto inició su análisis propio (sermón le llaman unos) y ahí si me dio mucha pereza ponerle atención.
Me distraje mirando las montañas que eran el paisaje de fondo y me quede sin saber qué es el amor.