lunes, 7 de mayo de 2018

Desléame

Siempre me ha llamado la atención el prefijo Des que denota negación o inversión de algo: Des-lactosado, descafeinado, desatinado, descachalandrado; esta última no existe, o bien la podemos llamar es una no-palabra, pero el lenguaje sería más divertido si nos diéramos ciertas licencias creativas con él. Dejemos claro que para ese último ejemplo que pongo,  que cachalandrado, vendría a significar como bien puesto o arreglado. 

Volviendo al tema del Des en estos días me lo encontré dos veces de forma diferente. La Primera fue en Pedro Páramo cuando uno de los personajes utiliza el término “Des-mañanarse”, que significa madrugar y que, en mi humilde opinión, es demasiado preciso y tiene todo el sentido del mundo. 

Los mexicanos tienen un montón de palabras que, aunque lejos de ingresar al riguroso mundo de la RAE, son exactas para denotar una situación. De ahí que García Márquez haya escrito en uno de sus artículos: “El mejor idioma no es el más puro sino el más vivo. Es decir, el más impuro; el de México, que parece el más imaginativo, el más expresivo, el más flexible”. De pronto esa era una de las razones por las que al escritor le gustaba tanto ese país, por ese español elástico. 

Hoy por los misteriosos artilugios de un simple clic que  lleva a un sinnúmero de ellos, di con un cuento titulado “El Escritor Des-leído, que trata sobre el escritor Errelese (R.L.S), así firmaba sus libros y lo conocía todo el mundo. Al escritor no le gusta mucho el estrellato, y en 30 años había decidido no dar ninguna entrevista a la televisión, como si, extrañamente, no quisiera ser leído. 

Hace poco, en otra novela leí que las palabras siempre buscan algo más allá del placer propio, y que escribir para uno mismo sería como hacer el equipaje y no irse de viaje. 

De cierta forma es un pensamiento, digamos, inteligente, pero que lástima que hasta en la escritura se presente ese afán de reconocimiento que está tan presente en los demás campos de la vida. Si, uno escribe para que otros lean, pero es innegable que también uno escribe con ánimos de salvarse, como de curarse de algo que es difícil precisar. 

Este escrito, hasta el momento desleído, tomó otro rumbo, o bien, se des-controlo. La verdad no es que tuviera uno definido en un principio, pero se me acabo la gasolina con lo del Des, así que, estimado lector, bien pueda léame o desléame.