miércoles, 12 de septiembre de 2018

Walkabout

Hoy alguien me acercó en carro a mi casa, pero el lugar en el que se acabó el aventón seguía estando muy lejos de ella. Comencé a caminar, teniendo en mente parar un taxi, pero me distraje con un par de pensamientos y cuando me di cuenta, ya había caminado un buen trecho y había llegado a una carrera principal. 


Estaba haciendo frio y unas gotas rebeldes se negaban a quedarse en las nubes, y en ese momento sentí que era un buen momento para un walkabout, canción que siempre se me aparece en la mente cuando me dispongo a caminar varias cuadras: 


“I think I'll go on a walkabout
And find out what it's all about
And that ain't hard
Just me and my own two feet
In the heat I've got myself to meet” 


Un estudio de la universidad de Stanford demostró que los niveles de creatividad aumentan con las caminatas, porque el ejercicio mejora la circulación de sangre hacia el cerebro y aumenta la actividad del hipocampo, una región del cerebro crítica para aprender y la creación de nuevas memorias. 

Y es que caminar creo yo, es otra de las pocas actividades que nos obligan a rumiar pensamiento tras pensamiento, una prima hermana, quizá, de ducharnos, otro momento, como ya lo he dicho, en el que estamos solos, sin ninguna distracción a la mano. 

Me gusta caminar más por ver a las personas que por hacer ejercicio. Hoy, varias de las que no llevaban sombrilla, caminaban de afán, como si las gotas que estaban cayendo fueran de lluvia ácida, que no sé bien qué es, pero siempre me imagino que si nos cayera encima ese tipo de lluvia, nos derretiríamos. 

Hoy yo, a diferencia de otros días, no me encontraba ácido y estaba en paz con el mundo, así que en ningún momento me preocupé por mojarme un poco. 

En cierto punto de la caminata vi a un vendedor ambulante barriendo el agua que había dejado el aguacero previo, en el lugar donde tenía ubicado su carrito. La empujaba hacia la calle con una escoba. Parecía una tarea de nunca acabar, pues por más que barría y barría esta volvía a aparecer como si nada 

Después de un tempo vi a una mujer con un vestido rojo enterizo y ceñido al cuerpo, que resaltaba sus curvas, caminando a unos 25 metros delante de mí. Me entró un afán tonto de querer verle la cara, y decidí apresurar el paso, pero nunca logré acortar la distancia que nos separaba, así que abandoné la tarea hasta que la mujer entro a un supermercado y la perdí de vista para siempre. 

En medio de la caminata también me llego el olor de un cigarrillo, de un hombre que paso por mi lado muy cerca y que se lo había acabado de llevar a la boca. 

Fue así, en medio de esa contemplación desinteresada, que la caminata no se me hizo tan larga. No se me ocurrió ninguna idea brillante, pero disfrute de un momento de paz que, creo, es importante.