Salgo a comprar una de esas cuchillas con las que uno se corta la cara afeitándose, de esas que con el más mínimo corte que hacen y por más pequeño que sea, a veces parece que uno se fuera a desangrar. Recuerdo, cuando era pequeño, que mi padre, tenía en su kit de baño una piedrita, no sé de qué material era ni cual es su nombre, que servía para esas cortadas. Solo bastaba pasarla por el lugar del corte, y ya; eso sí, ardía como un condenado, pero era mejor aguantarse eso, que pasar varios minutos haciendo presión con un pedazo de papel higiénico.
Les decía que salí. Ya es casi de noche y me dirijo hacia una droguería que queda cerca y que supongo, todavía está abierta, pues caso contrario me tocaría caminar más hasta un supermercado. La verdad es que hago fuerza para que este cerrada; aunque hace frio, me entraron ganas de caminar, hecho potencializado por Bloodsucker, la primera canción que me ofreció el dios de la aleatoriedad en mi mp3. Me pierdo en la letra y me pongo a cantarla: “…got a long Story that I wanna tell, to a rythm that I know so well…”. Esa formación de Gillan, Glover, Blackmore, Lord y Paice es, en mi humilde opinión, es la mejor que ha tenido Deep Purple.
La canción acaba y mi mente cae en un tema que toqué con una amiga en la mañana. Hablamos sobre esos momentos en los que uno se siente desubicado, esos en los que, a primera vista, nos vemos bien, pero estamos mal, como si fuéramos una paradoja andante que vaya a saber quién la puede descifrar; ustedes saben a que me refiero, eso de andar por ahí bien mal o mal bien, de ser un oxímoron viviente.
Me cuenta que últimamente se ha sentido así, que a veces siente que no tiene ni idea de qué hacer. Le digo que no se estrese que, si de saber qué es lo que tenemos que hacer se trata la vida, la verdad es que todos estamos improvisando, pero también recalco que no se fíe mucho de mis consejos, pues a veces siento que soy la voz de la inexperiencia.
Ya que estoy hablando del tema de nuevo, pasa y ocurre, estimado lector, que a veces nos cortan o nos cortamos las emociones y estas comienzan a arder y entonces uno, por más chacho que se crea, se quiebra, pero también recuerde estimado lector y tenga siempre presente lo que dijo Leonard Cohen: “En todo hay una fisura, es así como entra la luz.”
La droguería estaba abierta, pero no tenían cuchillas sueltas y me tocó comprar una más cara, a la que se le pueden comprar hojas nuevas, hojas listas para cortarse. En resumidas cuentas fue un gasto que no quería efectuar, pero necesario, en fin.
De vuelta a la casa el dios del random nuevamente me trata bien y esta vez me ofrece Once, canción que abre el Ten y que me encanta. La voz del Vedder en ese entonces estaba perfecta.
“Once upon a time I could control myself
Once upon a time I could lose myself”