Hace un sol picante, pero no se ven palmeras ni se escucha el rumor de las olas por ningún lado, solo los pitos de carros que atraviesan una vía principal. Cuando termino de cruzar una calle un vendedor ambulante que cuida su carro, sisea a una mujer que va pasando. Es morena y lleva un top rosado que resulta visualmente agradablemente con el tono de su piel. El hombre no deja de hacer el ruido, incluso cuando la mujer ya está lejos de él. ¿Qué espera? Que se devuelva y lo agarre a besos o que le pase su teléfono?. Por fin se da por vencido y después de satisfacer su instinto animal de coqueteo, continua conversando con otro hombre que está a su lado, que también siguió con la mirada a la mujer, pero sin hacer ningun ruido.
Quiero tomar un taxi pero todos pasan llenos. Aparte del calor, el ambiente carga con esa sensación de caos decembrino y las ganas que todos tenemos de consumir algo, lo que sea, pues es diciembre y hay que gastar dinero.
Comienzo a caminar y luego de un par de cuadras busco sombra en un paradero. La publicidad que tiene es de teléfonos celulares. Una mujer lleva puesta en su cabeza una diadema de color rojo con cachos de reno. Sostiene un regalo y está montada a caballito sobre un hombre de barba poblada que, a diferencia de ella, no mira hacia la cámara. El copy que acompaña la foto dice: “los regalos son para la familia primero”. Me parece que la frase tiene algo extraño, y juego a cambiar el orden de las palabras a ver si le puedo dar más ritmo a ese mensaje que no me hace sentir nada.
Los modelos de la foto, como todos los de ese tipo de anuncios, tienen cuerpos esbeltos y sonríen dejando ver dentaduras perfectas, con dientes más blancos que la leche. En ese momento un habitante de la calle llega al paradero, y se pone a estudiar la foto con detenimiento. Su barba, aunque desordenada y sucia, tiene cierto parecido con la del hombre de la foto.
El indigente mira la foto desde diferentes ángulos hasta que se cansa y cruza la calle afanado. ¿Qué fue lo que le llamo la atención?