“Le pareciste muy pilo”, me dijo una vez una mujer con la que trabajé, cuando íbamos en su carro para un evento. Me quedé callado y creo que sonreí estúpidamente, igual que cuando sé que alguien que metió las patas y me cuenta que va a tener un hijo. Ella se refería a su esposo, a quien yo había conocido el día anterior, pero no recuerdo qué fue lo que hablamos para que hubiera hecho ese juicio.
También permanecí callado porque era muy temprano. Las personas no deberíamos hablar en las primeras horas de la mañana, sino empezar a hacerlo a eso de las 10. Una jefa que tuve me contó que en su casa nadie hablaba cuando se sentaban a desayunar, pues era algo que les parecía ofensivo. De pronto el mundo funcionaría mejor de esa manera, ahí les dejo la inquietud.
Pilo siempre me ha parecido una palabra vacía, algo que se opta por decir cuando nos referimos a alguien en una conversación, y queremos salir, sin mayor esfuerzo, bien librados. Compite, en taradez, con frases hechas como: “gusto en conocerte” o “buen manejo de relaciones interpersonales”.
Holden Caulfield, el protagonista del Guardián entre el Centeno dice: “Siempre ando diciendo “encantado de conocerte” a alguien a quien no me agradó conocer para nada, aunque si quieres permanecer vivo debes decir esas cosas.” Quizás, en ocasiones, en eso consiste la vida, en seguir fórmulas de conducta para conseguir lo que deseamos, y nuestro principal deseo es continuar vivos, ¿acaso no?
Imagino entonces que el antónimo de pilo es tonto y que nadie quiere que lo llamen así. Que miraríamos con recelo a una persona que nos dijera: “Es que fulanito(a) es muy tonto(a)”, en medio de una conversación, algo que no pasaría si se remplaza esa palabra por pilo.
Mentecato, zopenco, bobo, gilipollas, tarado, cebollino, bombero, son sinónimos para tonto. Lo siento por los bomberos, y me agrada como suena la palabra cebollino, que utilizaré de ahora en adelante.
Creo que ingenuo también podría aplicar como sinónimo para tonto, pues tiene mucho que ver con ser niños. No es que piense que son tontos, sino que no saben cómo funciona el mundo y desconocen muchas cosas, entre ellas, esas frases hechas que nos ayudan a sobrevivir socialmente. Bien lo dijo Millás en la novela Tonto, Muerto, Bastardo e invisible: “toda tu vida depende de lo insaciable que sea el niño que llevas dentro”.
El término pilo, para los eruditos de la RAE, no sirve para definir a alguien inteligente, brillante, sagaz; para ellos solo es un antigua arma arrojadiza o un arbusto que vive en sitios húmedos.
Supongo que las grandes mentes de la historia tienen esas características que le atribuimos a la palabra pilo, pero que también fueron, en cierta medida, tontos, y miraban al mundo con ingenuidad, como si cada experiencia que tenían la estuvieran viviendo por primera vez.