viernes, 20 de mayo de 2022

Rakija

Minutos antes de que todo ocurra Valmir ve cómo la mujer se dirige hacia  la barra. Antes de sentarse y con un par de movimientos elegantes, como de serpiente, se quita el abrigo negro que lleva puesto. Lleva un vestido rojo ceñido y de tiras, que le deja la espalda descubierta. Desde que atravesó la puerta del Liquid Café Bar, Valmir no le ha quitado los ojos de encima.

Está sentado en una mesa esquinera, y le da sorbos a un vaso de Rakija, tratando de no hacer gestos cuando el líquido se desliza por su cuello y le quema la garganta. Ahí tiene a la mujer de perfil.

Ella lleva puestos unos zapatos de tacón del mismo color del vestido. Cuando comenzó a caminar moviendo las caderas de un lado al otro, Valmir se imaginó el sonido de los tacones contra el piso de madera del lugar. Todo fue como un espejismo sonoro, pues la música, Jazz experimental, estaba a todo volumen.

La mujer pide un bourbon y se lo sirven en un vaso de rabo ancho. Desde el lugar en el que está, Valmir no tiene forma de distinguir qué trago es, pero ese es el dato que le habían dado, así la habían perfilado.

La mujer Comienza a darle sorbos concentrada en quién sabe en qué asuntos. Al verla sola un hombre se acerca a la barra, y se inclina para decirle algo al oído. La mujer le responde al instante, y el hombre se retira apenado.

De los parlantes del lugar comienza a salir Animal Chin de Jaga Jazzist. Hace unos días Valmir no tenía idea alguna de ese grupo, pero ha escuchado esa canción cientos de veces, para saber el momento en que debe actuar, esa es la señal le habían dicho.

Una mujer, que por su voz espesa Valmir imagina negra, entona unas notas sucesivas que forman un adorno sobre la vocal a, cuando por fin termina una trompeta entra en escena y luego viene un estruendo de instrumentos como si el grupo estuviera conformado por 100 músicos.

Por el rabillo del ojo, Valmir ve cómo los dedos de la mujer tamborilean el vaso de vidrio, y le ocurre lo mismo que con los tacones, escucha el tintineo que producen sus uñas.

Luego el estruendo, y dos fogonazos que iluminan por un segundo el lugar. No se sabe quién de los dos disparó primero.