De clic en clic caigo en un video que habla sobre multiversos y lo mucho que, como raza, desconocemos. La persona que narra se pregunta: ¿Qué tal que hagamos parte de un organismo vivo gigante que no sea consciente de nosotros?
Suena loco, pero no del todo, pues imagino, por ejemplo, que no somos conscientes de muchas partes de nuestro cuerpo y que hay zonas de él que no tenemos ni la más mínima idea que existen.
Y es que ser consciente 100% no es cosa fácil.
Hace un sol picante y me encuentro en un parque con una zona con 6 bancas de madera, donde un grupo de tres se enfrenta al otro. La observo desde lejos y veo que dos están ocupadas: una por un hombre que, a pesar del calor, lugar lleva una bufanda azul con líneas blancas que combina a la perfección con sus zapatos y chaqueta que también son de ese color. Lleva la prenda enroscada en el cuello con un nudo perfecto que, o bien tiene dominado, o se demoro mucho tiempo hasta lograrlo, nunca lo sabremos.
Saca su celular y se pone a revisar sus mensajes, redes sociales, en fin. Decide hacer una llamada y al poco tiempo que le contestan, y como en un arrebato de desesperación, tal vez por el calor que siente y la aversión a traicionar su estilo, se pone de pie y comienza a caminar de afán cerca al sector de las bancas. Luego se sienta, conversa un rato y vuelve a ponerse de pie. Imagino que su conversación lo acaloró más, pero quiere conservar su pinta, su unidad, su elegancia y no podemos hacer nada contra eso, por más absurdo que nos parezca.
En la banca de al lado están sentados una mujer y un hombre. Sus carnés de oficina cuelgan de sus cuellos y el sol les esta dando de frente. La mujer se pone la mano en la cabeza a modo de visera, pero eso no evita que el solo se siga estampando en su cara. A su acompañante no parece importarle nada y es el que domina la conversación.
El hombre de la bufanda se volvió a poner de pie, y muy de malas porque 2 hombres con cigarrillos en una mano y un vaso de café en la otra la ocupan.
Ahora que me acuerdo de esa pequeña tajada de vida y trato de recrearla, me pongo a pensar en todos detalles importantes que seguro se me escaparon, yo que sé: el movimiento de las ramas de los árboles con el viento, el trino de los pájaros, las otras personas que componían la escena y a las que no les preste atención por concentrarme solo en unas cuantas.
Por eso les decía que ser consciente es muy difícil. A la larga no somos tan diferentes a ese ser gigante que contiene a nuestro universo.