A pesar de que casi siempre llevamos meses sin vernos, nuestra conversación fluye de forma natural. Vuelvo y lo repito. Borges tenía razón: “La amistad no necesita frecuencia, puede prescindir de ella o de la frecuentación, a diferencia del amor que está lleno de ansiedades y dudas y que si la necesita”.
Ribeyro refuerza ese pensamiento en la Tentación del Fracaso: “¡Sin embargo, que superioridad la de la amistad sobre el amor! Es más desinteresada, más generosa e igualmente capaz de acercarnos a la felicidad.”
Después del almuerzo, le propongo a L. echarle un vistazo a una librería. Aquí he de decir que si hojear libros es totalmente placentero, hacerlo con alguien a quien le gusta leer es mil veces mejor, pues se van intercambiando ideas de lecturas y autores a medida que se recorren los pasillos del lugar.
L. me cuenta que no le ha dedicado mucho tiempo a la lectura este año, pero es extraño eso que dice, porque en nuestro recorrido me muestra varios libros que ha leído. “Menos mal que has leído poco”, le digo. Me cuenta que lo que quería decir es que le gustaría dedicarle más tiempo a la lectura, en vez de mirar tantas series de televisión.
Yo me paseo por los pasillos y tomo algunos libros, a punta de feeling, sin alcanzar a leer el título o el nombre de los autores en los lomos, a diferencia de ella que parece tener visión 20/20 y sabe exactamente cuáles escoge.
Estamos ante una estante, con cientos de libros y L me dice: “¡Ay mira! La Nostalgia del Melomano", la novela de Juan Carlos Garay. Desde la charla Playlists de nuestras vidas , del Hay Festival del año 2019, lo teníamos en nuestro radar de lectura y nunca lo habíamos conseguido. En ese entonces algunos libreros nos dijeron que lo habían descontinuado.
Y ahí estaba. Le dije a L que era una señal divina y que ambos debíamos comprarlo, pero solo quedaba un ejemplar. Finalmente, L. dejó que yo lo comprara, pero creo que más bien notó mi ansiedad por tenerlo.
Al final y ella se decantó por el segundo volumen de Puñalada Trapera y “En los márgenes –Conversaciones sobre el placer de leer y escribir– de Elena Ferrante, una de sus autoras favoritas que, ya le advertí, me lo tiene que prestar cuando lo acabe.