martes, 5 de marzo de 2024

Llorar

Hoy lloré. 

Es algo que no hago con frecuencia. Imagino que llorar, en medio de lo trágico que puede ser, tiene sus beneficios. ¿Cómo cuáles? No sé bien. Escribí eso de los beneficios porque fue la frase que justo me salió en ese momento. ¿Qué decir? pienso, qué sé yo, que llorar consiste en convertir la tristeza en pequeñas gotas salinas que se expulsan por los ojos.

El caso es que no lloré de tristeza, sino al picar una cebolla, Hacia rato que no me ocurría eso. Ahí estaba en la cocina, listo para preparar mi plato estrella: pescado en salsa con vino blanco, y luego de alistar la tabla para picar, me encontré un pedazo de cebolla blanca. La piqué y me di cuenta de que no me iba a alcanzar, así que busqué una roja, le quité la cáscara y también la piqué finamente. Ahí empecé a llorar.

Me entero de que al picar cebolla se produce una rotura celular en la verdura. Eso hace que libere sustancias químicas como los sulfuros. Es, parece ser, la única forma de defensa que tiene la cebolla, que pensara algo del siguiente estilo: Ahh, pues si me viene a joder tome sus sulfuros. Cuando los receptores del ojo captan esas sustancias, producen las lágrimas a modo de defensa. La cebolla de la que les hablo debía ser rica en sulfuros.

Los de la RAE dicen que llorar consiste en derramar lágrimas y si uno sigue escarbando sobre el concepto, como para llegar a su raíz, se entera que las las lágrimas son cada una de las gotas que segrega la glándula lagrimal, aunque todos sabemos que llorar, y todo lo que implica, es una acción que no se puede definir en una frase y que es mucho más que eso.

Todo, como siempre he pensado, parece tener relación: Uno llora bien sea al producir roturas celulares en una cebolla o porque alguien o algo nos provocó una rotura en los sentimientos.