Pico algo de lectura de un libro un día, al siguiente de otro, de repente recuerdo uno que empecé a leer y leo unas cuantas páginas, y así va creciendo el número de libros que leo y no crece el de los leídos. Ni hablar de los libros que comienzo a leer y que abandono después de unas cuantas páginas, en fin.
Antes, en esa época que me obligaba a terminar un libro si lo comenzaba, era muy psicorígido y no concebía leer más de un libro al mismo tiempo. El otro día vi un video de un tipo en Instagram que decía que solo se debe leer un libro a la vez si se le quiere sacar todo el provecho posible, y daba un par de razones para sustentar su teoría. Que aburrición tan gigante leer de esa manera.
La escritora Margarita García Robayo escribía una columna (nunca la he vuelto a encontrar) preciosísima, a manera de diario, para un periódico argentino. Cada día de la semana era un pequeño párrafo en el que narraba algo que había hecho o le había pasado. Una vez contó que cuando estaba en la casa, oía a sus hijos reír y les preguntaba en voz alta qué estaban haciendo. Al caer la noche, se enteraba de que sus hijos habían estado en su cuarto y habían tumbado la torre de libros que tenía en su mesa de noche. Luego de reír, la acomodaban como mejor podían y salían de la habitación. Antes de dormir, la escritora tomaba el libro que estaba encima de la torre, pero rara vez era el que había leído la noche anterior porque sus hijos la tumbaban con frecuencia. De todas formas leía un par de páginas antes de dormir.
Leer sin seguir un orden preestablecido, sino lo que caiga en nuestras manos, que buena manera de aproximarse a la lectura.