A mí me gusta imaginarme historias con desconocidos; esos con los que uno se cruza caminando por la calle, con los que hace fila en el banco, en el supermercado, etc. Recuerdo que una vez en un libro con ejercicios de escritura creativa, uno de los mismos consistía en ir a un supermercado a mirar que productos echaban las personas en sus carritos de mercado y a partir de los mismos escribir sobre ellas, sus costumbres o una historia de sus vidas. Vaya a usted a saber, pero parece que hasta un tubo de crema de dientes puede que hable mejor o peor por usted que cualquier otra cosa o persona.
Hoy por la mañana, tomé un bus que tenía asientos desocupados, un evento que fácilmente podría considerarse como una señal del fin del mundo, por lo raro del mismo. Después de un par de cuadras un viejito se subió al bus y paso de largo mi puesto, pero al rato se devolvió y se sentó a mí lado. Como muchas veces suele ocurrir, se sentó en todo el lado derecho de mi saco. Inmediatamente lo jalé mientras el viejito me pedía disculpas.
Justo en ese momento, sonó en mi mp3 Heartbreaker. Volteé a mirar al viejito y me lo imaginé como un hippie a finales de los años 60, pero más allá de eso, me lo imaginé como un fanático a morir de Led Zeppelin e incluso llegué a pensar que el viejito por X o Y motivo había sido amigo cercano de toda la banda y que todavía se habla seguido con Page y Plant; con Jones de vez en cuando porque a él parece que no le gusta para nada figurar en los medios y es de pocos amigos. El viejito lo llama seguido, pero muy pocas veces atiende sus llamadas, debe ser porque siempre le habla sobre lo bien que suena el bajo de "The Lemon Song". El viejito tal vez no es consciente de que siempre habla sobre lo mismo, cosa que le molesta a Jones.
De ahí hasta que me baje del bus, sentí un gran respeto hacía el viejito; no todos los días usted se topa con uno de los mejores amigos de los integrantes de Led Zeppelin.
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