Batman trabaja conmigo. Me di cuenta de esto ayer cuando fui a buscar mi pocillo en la cafetería, tarea que a veces se prolonga, y en plena revisión di con su Bati-Mug. La verdad no tenía ni idea que Batman fuera Colombiano; además se supone que está podrido en billete ¿no? ¿para que coños trabaja? pero bueno, vaya usted a saber, a veces las personas tienen conductas supremamente extrañas, y al parecer también los súper héroes.
Puede ser que esté desarrollando su pasión, pero der ser así es un brutazo de tres pisos, pues yo con todo el billete que se supone tiene Batman, dejo mi trabajo, monto mi empresa, y de paso le hago pistola a este sistema de consumo de tres pesos.
Puede ser que esté desarrollando su pasión, pero der ser así es un brutazo de tres pisos, pues yo con todo el billete que se supone tiene Batman, dejo mi trabajo, monto mi empresa, y de paso le hago pistola a este sistema de consumo de tres pesos.
Apenas me percaté de esto, comencé a mirar si en mi área hay alguien parecido a Christian Bale, Val Kilmer o Michael Keaton, pero no, ninguno tiene parecido alguno; todos tenemos rasgos mulatoide-aztecas y distamos mucho de esta pinta Hollywodense que creo yo debe tener Batman.
Parece ser entonces que el Batman Colombiano está dedicado solo al trabajo, pues esta ciudad cada día es más insegura. Tal vez el director del gremio de los superhéroes decidió, por haber sobrevolado con su Batinave zonas aéreas de Colombia (¿será Ruso?) sin los permisos necesarios, enviarlo como escarmiento a este pueblo grande llamado Bogotá.
Dada esta situación, Batman, a modo de rebeldía, decidió dedicarse a trabajar en vez de pelar contra el crimen capitalino, el cual tenemos de sobra para regular a esas ciudades de países nórdicos que parecen ser en extremo pacíficas; sin tener en cuenta a sus locos terminator que salen con metralletas a la calle a dispararle a cuanta cosa se mueva.
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