Un día de la semana pasada cuando iba para el trabajo; en un paradero vi a una mama con el hijo que debía tener unos 8 años. Ella estaba sentada en la silla de metal, esa que parece que se enfría temperaturas inferiores a los 0 grados centígrados, mientras el niño, que llevaba puestas unas bermudas de tela grises que le llegaban debajo de las rodillas y un saco rojo, corría pequeñas distancias y ejecutaba una especie de baile o coreografía.
¿Cuántos de nosotros tenemos tanta energía por las mañanas? Creo que muy pocos la verdad. Muchas veces mientras vamos para el trabajo, cerramos los ojos y nos recostamos en la silla esperando descansar un poco más antes de llegar a nuestro trabajo; todo esto si fuimos tan afortunados de conseguir puesto; un evento casi milagroso en el transporte público de Bogotá en horas pico.
Ya lo he escrito un par de veces acá, pero nunca me cansaré de mencionarlo. Todos le deberíamos apostar a lo que dice la canción Never Die de Creed:
“So let the children play inside your heart always
And death you will defy 'Cause your youth will never die”
Estamos tan ocupados jugando a ser adultos que muchas veces olvidamos divertirnos con los eventos simples de nuestro día a día; como ese niño, que a pesar del frio de la mañana quien sabe que historia se estaba imaginando en su cabeza y estaba pasando un rato súper agradable.
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