Ayer, mientras me tomaba un café, en la mesa de al lado estaba sentada una señora con su hija adolescente. Dejé de ponerles atención por un momento y de repente comencé a escuchar voces agudas y cariñosas, típicas de cuando 2 viejas se encuentran después de no verse por mucho tiempo.
En esto Pepita, démosle ese nombre a la mujer que llegó, después del respectivo abrazo y de que la mamá de Perenganita, su amiga, le acordara a su hija quien era la señora que irrumpió en escena con semejante algarabía; se quedó un rato a charlar con ellas. En medio de la efusividad del encuentro, Pepita saco un regalo de una de las bolsas que llevaba para entregárselo a su amiga.
Perenganita lo comenzó a abrir con la emoción digna del momento y cuando finalmente lo destapó, se encontró ante una cajita de madera, y soltó la conocida pregunta de cajón "¿Pero qué es esta belleza?" y complemento la misma con "estás son las que tú haces ¿cierto?" y continuó dándole adjetivos de belleza a la cajita-regalo elaborada por su amiga.
No tengo ni la menor idea si la cajita le gusto o no a Perenganita, al parecer así fue, pero ¿cómo saber que no estaba interpretando el conocidísimo papel de agradecimiento hacia algo o alguien? Está claro que sería muy grosero si Perenganita después de haber destapado el regalo le dijera algo como "No me gustán las cajitas hechas a mano, y esta en particular esta fea", pero ¿por qué carajos siempre nos tenemos que comportar "bien"? ¿no sería mejor en cualquier contexto o situación decir lo que de verdad estamos pensando y sintiendo?
A la larga creo que por no desentonar nos la pasamos mintiendo a los demás y también a nosotros mismos; cuando lo mejor sería hablar con la verdad y de frente, eso, estimado lector, definitivamente es una cualidad de la cual carecemos todos.
" Men must be free from boundaries, patterns and consistencies in
order to be free to think, feel and create in new ways."
- The dice man -
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