martes, 16 de julio de 2013

Llamar la atención

La semana pasada, mientras leía, me tome un café. En mí caso la vida se debería resumir a eso: leer, tomar café en cualquiera de sus presentaciones y escribir; pero sin necesidad de ser brillante, es fácil darse cuenta que  la vida no es exactamente lo que uno quiere que sea; otras veces es peor, cuando no es lo que parece ser, en fin, de ahí lo importante de  encaminarla hacia  eso que usted considera una berriondera y su razón de ser.    

Pues bien, me encontraba en tan agradable ritual, cuando de repente llegaron a sentarse cerca mío una señora y su esposo con 4 perros Golden Retriever, lo cuales son bonitos, tiernos, amigables, juguetones, etc.

Mientras se comían cualquier cosa, las personas que pasaban por su lado se “derretían” con los perros (así de estúpidos llegamos a ser los humanos. Nos llama la atención una mascota, pero pasamos de largo cuando vemos un niño con hambre en la calle) y los acariciaban o preguntaban cualquier chimbada: “¿Como se llaman?”, “¿Cuánto tienen?”  ¿Bla bla bla?.  Obviamente apenas los dueños notaban la atención que estaban llamando con sus perros, sacaban pecho y daban respuesta a las preguntas planteadas, mientras la señora les daba órdenes en Alemán para que se sentaran, las cuales, al parecer,  nunca fueron entendidas por los perros; posiblemente solo estaba chicaneando.  Todo esto ocurrió en medio de risas y respuestas sencillas de agradecimiento.     


Es posible que esté equivocado, pero me pareció que estas personas aparte de haber comprado los perros porque les gustan los animales, por compañía o por lo que fuera, también los adquirieron para llamar la atención; para relamerse en los comentarios positivos y aduladores que las personas les dan cada vez que los sacan a pasear. Lo peor de todo es que aunque no nos demos cuenta, muchas veces actuamos de igual manera. Intentamos llamar la atención por medio de actitudes, objetos, Redes sociales, personas (esta es una de las peores, pero a veces nuestra pareja no resulta ser más que un requisito o trofeo para mostrar).  Parece ser que el ser supremo que nos creó, si es que existe, pasó de largo el capítulo de la sencillez, o de pronto no fue así, sino que nosotros nos hemos esforzado en borrar dicha característica de nuestro ADN.