La semana pasada, mientras leía,
me tome un café. En mí caso la vida se debería resumir a eso: leer, tomar café
en cualquiera de sus presentaciones y escribir; pero sin necesidad de ser
brillante, es fácil darse cuenta que la
vida no es exactamente lo que uno quiere que sea; otras veces es peor, cuando
no es lo que parece ser, en fin, de ahí lo importante de encaminarla hacia eso que usted considera una berriondera y su
razón de ser.
Pues bien, me encontraba en tan
agradable ritual, cuando de repente llegaron a sentarse cerca mío una señora y
su esposo con 4 perros Golden Retriever, lo cuales son bonitos,
tiernos, amigables, juguetones, etc.
Mientras se comían cualquier cosa,
las personas que pasaban por su lado se “derretían” con los perros (así de
estúpidos llegamos a ser los humanos. Nos llama la atención una mascota, pero
pasamos de largo cuando vemos un niño con hambre en la calle) y los acariciaban
o preguntaban cualquier chimbada: “¿Como
se llaman?”, “¿Cuánto tienen?” ¿Bla bla
bla?. Obviamente apenas los dueños
notaban la atención que estaban llamando con sus perros, sacaban pecho y daban
respuesta a las preguntas planteadas, mientras la señora les daba órdenes en
Alemán para que se sentaran, las cuales, al parecer, nunca fueron entendidas por los perros; posiblemente solo estaba chicaneando. Todo esto ocurrió en medio de risas y
respuestas sencillas de agradecimiento.
Es posible que esté equivocado,
pero me pareció que estas personas aparte de haber comprado los perros porque les gustan los
animales, por compañía o por lo que fuera, también los
adquirieron para llamar la atención; para relamerse en los comentarios
positivos y aduladores que las personas les dan cada vez que los sacan a pasear.
Lo peor de todo es que aunque no nos demos cuenta, muchas veces actuamos de
igual manera. Intentamos llamar la atención por medio de actitudes, objetos,
Redes sociales, personas (esta es una de las peores, pero a veces nuestra
pareja no resulta ser más que un requisito o trofeo para mostrar). Parece ser que el ser supremo que nos creó,
si es que existe, pasó de largo el capítulo de la sencillez, o de pronto no fue
así, sino que nosotros nos hemos esforzado en borrar dicha característica de
nuestro ADN.