Si usted es de mi época, las palabras "cuca" y "patada" le deben traer buenos recuerdos. Antes de que algún lector se deje desviar por la primera palabra, el término es uno solo, cuca-patada, y hace referencia a ese juego algo primitivo de los hombres en sus épocas de colegio.
Aunque el título fácilmente podría aplicar mejor para las viejas, este era uno de los mejores "deportes" a practicar entre hombres (no se si todavía, en estos tiempos oscuros, se mantengan este tipo de costumbres en los colegios), porque cualquier superficie era apta para jugarlo y cualquier objeto pequeño podía servir como objeto principal del juego, una piedra, una bola pequeña o cualquier cosa a la que usted pudiera darle patadas.
El juego empezaba de la nada. De repente a cualquier persona lo veían con las piernas abiertas (nuevamente no se me desvíe estimado lector, me refiero a un pie lejos del otro) y si el objeto que era pateado pasaba por en medio de las mismas. los participantes del juego, después de que se gritara "Cuca" o "Cuca-patada", podían darle patadas solo porque sí, porque precisamente de eso se trataba, de dar patadas con la única justificación de haber hecho "cuca". Su mejor opción en aquel momento en que el objeto pasaba entre sus piernas, era emular a Usain Bolt y correr a tocar el objeto que lo liberaba de la "Patacera". También recuerdo que una regla para darle un toque de honor al juego era decir "Solo se valen patadas en la cola", es decir, en las nalgas, en donde supuestamente las patadas duelen menos. Pero en medio del fervor del juego, se lanzaban patadas a diestra y siniestra, haciéndolo aun más interesante.
Este juego realmente liberaba tensiones entre las personas del grupo , y uno le podía meter un patadón a ese personaje que le caía tremendamente mal. Eso era lo mejor, no había necesidad de justificar su conducta. Algún día he de tener la valentía de llevar una pelotica al trabajo, ubicar a un personaje con las piernas abiertas y que me caiga mal, hacerle cuca, gritar "Cuca-Patada" con todas mis fuerzas y darle un patada. Es posible que otro se ponga de pie y también le den ganas de patearlo.
Vamos perdiendo las costumbres.