Un hombre y una mujer están en un restaurante asiático. “ ¿Comenzamos con tu evaluación?” le dice la mujer al hombre, quién responde con un “Ok Jefe” ¿Por qué no la llama por su nombre? ¿Con qué derecho “jefe” decidió ocupar la hora de almuerzo de “subalterno”?
EL mesero llega con el el pedido: un tazón, el cual no parece tener fondo, repleto de arroz con verduras y carne para “subalterno”. y un plato ovalado con pasta y pescado para “jefe”.
“Bueno comencemos tu evaluación le dice ella nuevamente”. “Ok jefe” responde él; es imposible descifrar si menciona ese título con miedo o admiración.
“Empecemos con anticipation (El ambiente laboral colombiano y su afán de utilizar términos en inglés) ¿Qué tienes que decir con respecto a este ítem?”
“Creo que no logré masificarlo”. Subalterno intenta explicarle que significa la masificación de su anticipation, pero luego de una larga explicación “Jefe” parece no entender nada de lo que dice, así que decide lanzarle otra pregunta para cambiar de tema.
“ ¿Y sobre capacity?”
Subalterno toma aire para responder. Jefe lo mira a los ojos por un par de segundos, hasta que él dice: “Logré lo que me propuse, y con mucho corazón logre hacer cosas chéveres”. ¿Qué qué? Eso fue lo que respondió mientras se llevaba una cucharada de arroz a su boca.
Así continuaron hablando sobre: Build, delivery resource, Innovation, Strategy. Una de las conclusiones de jefe al final de la charla fue: “Tu te atreves a tomar la iniciativa para hacer cosas diferentes, pero le tienes miedo a proponer cosas nuevas?” ¿Cómo? Toda una paradoja la respuesta. Si subalterno se atreve a tomar la iniciativa para hacer cosas nuevas, se supone que debe proponer algo para hacer esas cosas nuevas ¿no?, ¿cómo es posible que le tenga miedo a eso? Completamente enigmática la respuesta de jefe.
Las evaluaciones de desempeño siempre estarán cargadas de misterio y altas dosis de subjetividad. Nunca se sabrá quién les carga más tedio, si el jefe que las hace o los empleados.