Hojeo el periódico hasta que caigo en la página de condolencias. Me pregunto si me gustaría salir en ella cuando muera. Determino que que es un desperdicio de dinero y de espacio; como un último impulso, involuntario, claro está, de permanecer en el mundo de los vivos.
Leo los nombres de las personas que fallecieron hace poco. No conozco a ninguno, menos mal, que trágico sería enterarse así, por casualidad, de la muerte de alguien que uno estimaba.
En total la sección cuenta con 8 avisos: cinco de ellos, de diferentes tamaños, están dedicados a Ivone, dos a Marcela y solo hay uno para Carlos. Imagino que la cantidad de anuncios es un indicador de qué tan “importante” era la persona, a la que ya de nada le sirven esos privilegios. Parece que el anunció de Carlos logró colarse de milagro en la sección, porque si los de Ivone ocupan bastante espacio por su cantidad, los de Camila lo hacen por el tamaño , mientras que el de él es pequeño y esta apeñuscado en una esquina.
En medio de ellos en letras color azul hay otro anuncio. No dice a quien hace referencia, pero supongo que es a Ivone, la más importante del grupo, pero bien podría aplicar a cualquiera.
Ese anuncio dice: “Como una estrella en el azul del cielo de la tarde, su luz brillará por toda la eternidad.”, que suena mejor al invertir las frases que están separadas por la coma.
Justo encima de los avisos de condolencias hay una noticia que cuenta que Estados Unidos acaba de sacar a China de la lista negra, para firmar un acuerdo comercial, noticia que, imagino, algo tendrá que ver con los anuncios de condolencias o con la muerte, vaya uno a saber; todo esta conectado por misteriosos hilos que no vemos.