Después de una cena, Newton y otras personas salieron a un jardín a tomar té, bajo la sombra de unos manzanos. Sentado y en modo contemplativo, vio como caía una manzana al piso.
Ese incidente fue el que lo llevó a pensar en toda la teoría de la gravitación. Sin duda alguna Newton tenía una mente brillante. No cualquiera puede generar toda una teoría, a raíz de un evento tan cotidiano, pero lo que más me llama la atención del relato es el estado de presencia que experimentó.
Hoy en día, lograr contemplar el mundo, de manera tranquila y sin ningún estímulo del medio: aparatos electrónicos,otras personas, etc. resulta casi imposible. Uno de los pocos lugares, en donde podemos experimentar un momento de soledad que nos permite rumiar tranquilamente un pensamiento detrás de otro, es en la ducha.
Actividades como esa que nos hacen sentir relajados, incrementan los niveles de dopamina, hormona que se relaciona directamente con la creatividad.
Ese momento de divergencia en la ducha, tiene aspectos buenos y malos. A veces parece que cada gota es una manzana que golpea la cabeza, sin embargo, puede convertirse en un proceso poco amigable con el medio ambiente, pues las ideas que llegan se analizan demasiado, lo que significa un mayor consumo de agua.
Lo importante es aceptarlas o descartarlas rápidamente, repetirlas mentalmente varias veces para que no se pierdan en las profundidades de la cabeza y, justo después de salir del baño, anotarlas en una libreta, teléfono, computador, pedazo de papel, el vidrio empañado o donde sea.
A veces también logro un estado similar mientras desayuno, pero eso hace que se me haga tarde, y más si coincide con un día de manzanas en la ducha.