Llegué al canal justo en el momento en que Christian Slater, el presentador de ese año decía: “Aquí, interpretando una nueva canción por primera vez en cualquier lugar, damas y caballeros, Pearl Jam”
“¿Quiénes son esos?, muestre a ver”, pensé. Entonces Abruzzese Marcó cuatro tiempos en los platillos hi-hat, y el cuarto empató con la entrada de las guitarras y el bajo. Esa vez tocaron nada más ni nada menos que Animal, cuando Vedder no tenía la voz desgastada.
¿Qué decir? Me voló la cabeza y fue mi puerta de entrada a esa banda. Al día siguiente corrí a comprarme el Vs, y ya en la tienda de discos me di cuenta de que también tenían, en mi humilde opinión, el mejor disco que han sacado: el Vitalogy.
Me fui a la casa solo con el primero y me dediqué a escucharlo en esa temporada de vacaciones, como si de eso dependiera mi vida. Recuerdo que mi consigna era escucharlo como mínimo una vez al día, pero a veces no me aguantaba y lo ponía hasta tres veces.
Me sentaba en el sofá y me dedicaba exclusivamente a escuchar las canciones y si acaso cantar un coro o alguna estrofa de las letras que traía el librito del CD.
A la semana siguiente no me aguanté las ganas y me fui a comprar el Vitalogy, que terminó de destrozarme la cabeza, en el buen sentido de la palabra.
Larga vida a Pearl Jam.