Federico llegó al paradero y vio a Camila. Era la primera vez que la veía en su vida, pero de inmediato sintió algo por ella. No le habló, muy pocas veces le hacemos caso a ese tipo de presentimientos.
No pudo dejar de pensar en ella los siguientes días, y un día retornó al paradero para ver si de pronto se la volvía a encontrar. Ella no estaba, parece ser que el destino nunca es tan benévolo. Era un día muy gris y estaba lloviendo. Llegó su bus y se subió resignado. Logró conseguir un puesto, como decía un amigo de mí papa "media pal bobo".
Ese día Camila se dirigía al paradero, pero algo la hizo retardar. Luego de que Federico se subiera en el bus y apenas este iba a arrancar, Camila llego corriendo y alcanzó a subirse.
Finalmente se encontraron, Camila estaba algo mojada, debido a la lluvia y llevaba un paraguas en la mano. Al verla, Federico se puso de pie para cederle el puesto, era una oportunidad que no podía desaprovechar. Después de ese segundo encuentro afortunado, el resto es historia.
Federico y Camila, son amigos de mis padres, y el sábado pasado cumplieron 50 años de casados.