Hace dos días me acosté a eso de la 1 de la mañana. Defino acostarme
cómo adoptar una posición totalmente horizontal en la cama, taparme con las cobijas
y cerrar los ojos, procurando evitar una lluvia de pensamientos, con el fin de dormir.
Ese día, como la gran mayoría, cumplí con mi ritual de prender el televisor
y comenzar a cambiar de canal frenéticamente, eso que unos elegantemente llaman
zapping y otros "Canalear".
En medio de esa actividad me llamo la atención una película mexicana.
En la escena que vi salían un hombre y una mujer que, al parecer, habían
conspirado para matar a una persona. El fragmento del dialogo que escuché
fue el siguiente:
Mujer: " ¿Crimen? ¿Cuál Crimen? Yo no maté a nadie.
Hombre: Crimen también es esconder al muerto.
Acto seguido apagué el televisor; el diálogo me había llamado la atención,
pero no como para continuar viendo la película.
El punto es que nos la pasamos cometiendo crímenes. Obviamente
no me refiero a asesinar a alguien, pero frecuentemente vamos por la vida
traicionando ideas o puntos de vista, para poder encajar en un
determinado grupo social, y escondemos esos pensamientos que asesinamos, con el
fin de que nadie descubra el muerto.
Otra de nuestras tantas formas de perder identidad.