martes, 13 de mayo de 2025

Un cuento que no me suelta

Escribo un cuento que lleva como título Animal Extinto.

Tiene que ver con Llorar sobre leche derramada, el libro de cuentos de Lina María Parra que publicó la editorial que lleva ese nombre. El cuento tiene que ver con mi búsqueda fallida de él en la Filbo.

El primer borrador, de casi siete páginas, lo escribo en una tarde. Me resulta imposible saber si es bueno o malo, pero me obsesiono con el texto.

Lo narro en tercera persona para alejarme un poco de la situación, y el personaje principal es Camila, una mujer adicta a los libros.

A lo largo del día no dejo de pensar en el relato. Eso, creo, indica que voy por buen camino. A veces los textos me aburren y los termino a las patadas o simplemente los abandono, pero este, que surgió caminando entre los pasillos de la Feria del Libro, no me abandona.

Al día siguiente, en el desayuno, leo lo que escribí en el celular, tomo notas de los segmentos que, creo, necesitan un cambio y, cuando me siento al computador, los edito. En el almuerzo repito la operación: vuelvo a leer la nueva versión y a tomar notas sobre palabras que debería reemplazar, signos de puntuación mal puestos y los monólogos internos del personaje. Me debato entre ponerlos en cursiva, entre comillas o insertarlos en el texto y que el lector los descifre por sí solo. Me decanto por la primera opción y decido que los más importantes deben ir en párrafos separados.

Me preocupa mucho ser consistente con el punto de vista y el tiempo presente. Me gusta narrar así, con muy pocos flashbacks, porque se sigue de cerca la acción.

Después de editarlo por la tarde, prometo dejar el cuento quieto, que repose para luego mirarlo con otros ojos. No cumplo la promesa y, en la noche, lo vuelvo a editar.

Pienso que debo soltarlo, tomar algo de distancia, pero no lo hago. Vuelvo a leerlo y a editarlo cada vez que puedo. Hago eso hasta la versión número siete, que, pienso, cuenta con todos los cambios necesarios.

Mientras tanto, Animal extinto descansa. O eso quiero creer.