Desde
hace ya varios años, mi desayuno no es eso que unos denominan
"trancado". Recuerdo que cuando estaba en el colegio,
desayunaba exageradamente: Huevo (a veces dos), pan con mantequilla y
mermelada, cereal y chocolate. Me solía aplicar semejante banquete muy a
las 5:30 de la mañana.
Ahora
mi desayuno suele consistir en un café, el cual acompaño con galletas, un
pedazo de torta o pan. Todo un sacrilegio para ese grupo de militantes
que veneran al desayuno cómo la comida más importante del día.
Hoy,
al momento de prepararme el desayuno y como casí todos los dias, serví
agua en un pocillo para calentarla por 150 segundos en el micorondas. 150 es un
número que tecleo casi de forma inconsciente, acción que finalizo oprimiendo el
botón de "inicio".
Hoy
mi rutina tuvo un ligero cambio, completamente involuntario: Después de
realizar el procedimiento que describí, y justo cuando iba a oprimir el botón
de inicio, me di cuenta que en vez de 150, había digitado la clave de mi
tarjeta debito.
¿Qué
pensamiento se me cruzó por la cabeza en ese momento? Es chistoso y hasta
aterrador, ver como el cerebro le pertenece a uno, pero a la vez es un organo
completamente independiente.
De
pronto es por eso que el mundo hoy en día tiene tanto loco suelto.
Personas que como su vecino, compañero de trabajo, familiar, pareja, etc.
parecen y actúan de forma normal, pero de un momento a otro el cerebro les
envía una orden que los lleva a cometer actos involuntarios.