Verdad Pura.
Me cruzo con esta frase de la escritora española, tan obsesionada con la muerte y el paso del tiempo, y recuerdo a C, un conocido que murió en 2021. Quienes todavía lo recuerdan no dejan que su presencia se evapore por completo.
Su cuenta de Facebook sigue activa y algunos despistados todavía le dejan mensajes; sobre todo de felicitaciones por su cumpleaños.
Otros de sus amigos (¿o examigos? no sé si el título de una amistad cambia, junto con los tiempos verbales, de un somos a un éramos, cuando una de las partes deja este plano) le dejan mensajes como si todavía los pudiera leer.
Le mandan abrazos allá donde esté. ¿Será que si está en algún lado? ¿Qué tal que después de la muerte, contrario a lo que se piensa, no haya nada? También escriben que celebran su existencia en ese lugar en el que se encuentra.
¿En dónde caen esos mensajes? No es que tenga nada en contra de ellos o esas actitudes. Imagino que esas palabras son los mecanismos que ponemos a andar cuando la muerte husmea cerca de nuestras vidas. La única manera que tenemos de llegar a buen término con ella.
Entonces le encuentro razón a lo que dice Montero, que la presencia de un muerto se va borrando poco a poco, en la medida en la que esos que lo recuerdan y le envían mensajes, a ese lugar indeterminado, van muriendo para empezar a ser recordados por otros.