Me gustan aquellos escritores que tienen la capacidad de escribir textos maravillosos a partir fde cualquier evento cotidiano. Esto tal vez puede sonar redundante, porque todos los escritores deberían estar en capacidad de hacer eso, pero es que hay algunos que tienen una facilidad impresionante para conectar ideas por más lejanas u opuestas que parezcan.
Siempre que pienso sobre este tema, imagino que algún día en el que esté escribiendo, una mosca va a pasar volando enfrente o mio, o mejor, va a reposar en la pantalla, quizás en busca de calor, o, de pronto, con la intención de soplarme el texto.
Ese día voy a escribir un texto maravilloso sobre la mosca, tal vez sobre esa mosca en particular o sobre su especie. Recuerdo que cuando era pequeño veía moscas a menudo, de esas que se ensañan con el vidrio de una ventana y producen ese ruido tan particularmente fastidioso. Ahora ya no veo moscas, ¿Alguien sabrá qué pasó con ellas?
La escasez de moscas, sumado al evento particular de encontrarme con una cuando este escribiendo, es lo que ha frenado la producción de ese texto maravilloso, digno de ganarse el nobel de textos, si existiera tal premio, que en algún lugar de mi cerebro se encuentra.
Ese día, cuando eso ocurra, todas las ideas de mi cabeza se van a conectar como por arte de magia y no solo voy a escribir un texto maravilloso, de paso voy entender en que consiste la vida y su contraparte. Mientras tanto, aquí les dejo esto.