High Times de Jamiroquai, comienza a sonar en la alarma del celular “You don’t need your name in bright lights, you’re a Rockstar”, y la melodía es como un hacha que abre un hueco en mi sueño. La apago y dejo que suene dos veces más.
Cierro los ojos de nuevo, mientras espero que suene la alarma del reloj despertador que, se supone, está programada como si fuera el último bastión que separa los terrenos “Es temprano” y “Se me hizo tarde”. Suena, y ahora pienso “5 minutos más”, y la apago de inmediato.
Ahora pienso que debería ser de esos que se ponen de pie apenas suena la primera alarma, para meditar 15 minutos o más, hacer yoga o cualquiera de esos rituales que son el preludio de comerse el mundo, pero me siento cansado y lo único que quiero es dormir.
Finalmente me pongo de pie, me baño, me alisto, y salgo de la casa. Voy tarde para el trabajo. No sé en cuántos minutos perdí haciendo pereza, minutos que ya se fueron y que no pienso recuperar; minutos que, supuestamente, iban a reponer mi cansancio, pendejadas que uno, a estas alturas, todavía cree.
Paso por un café que me gusta y que abren desde las 6 de la mañana, para comprarme un capuchino. Pido el pequeño, porque el vaso tiene orejas, agarraderas, como se llamen, que evitan que uno se queme, a diferencia del mediano y el grande.
Mientras Janeth, la mujer que atiende el lugar, lo prepara, decido pedir también una porción de torta de zanahoria. “Tarde y no sano”, pienso, sin que una cosa tenga que ver con la otra.
Mientras me preparan la bebida me distraigo viendo unas revistas que están en un revistero empotrado en la pared: La Soho trae en la portada a una modelo en vestido de baño con una camiseta blanca diminuta, que deja al descubierto un abdomen completamente tonificado y que, parece, no lleva encima ningún combo de capuchino más torta de zanahoria; ella se lo pierde, pienso. La Jet-Set muestra a uno de los hermanos de la realeza inglesa, no sé quién es, solo que uno se llama Harry, y no tengo idea si es el que sale en la foto o es su hermano. Quién sea, aparece en una postura incomoda, con su esposa atrás, con cara de, digamos, nada tirando a mal genio, y los acompaña un titular que dice: “Grietas en el palacio”. La última revista que está a la vista en el revistero, es una Vanidades y la imagen de una mujer que lleva puesta una chaqueta negra y toneladas de maquillaje, ocupa toda la portada. A su lado, en letras gruesas aparecen títulos de los artículos que trae la tevista: “Looks por menos de 150 dólares de la cabeza a los pies, Operación Antifrío, New beauty, luce tu mejor sonrisa, y la Fuerza del Cariño, que está en mayúsculas y parece tiene que ver con la mujer de la portada y su gesto desafiante.
“Acá está su capuchino me dice Janeth. Pago y me despido rápido, porque quién sabe en cuanto tiempo de retraso se convirtieron los cinco minutos de la no-levantada.