martes, 28 de enero de 2020

Un sueño

Como les conté, el día de las ideas extrañas fue también un día de sueños cortos. Abandonaba la vigilia para entrar en unos con imágenes confusas, y solo uno, más o menos, tuvo algo de continuidad. En él los personajes tenían facciones definidas a diferencia del carácter de bulto opaco que siempre suelen adquirir.

Estaba de asistente en un evento que tenía que ver con libros y escritores, y en una sala amplia y entapetada, como un galpón más bien, habían varias mesas en la que diferentes autores estaban firmando sus obras. 

Mi yo del sueño se entera, de un momento a otro, que Juan José Millás también se encuentra ahí firmando ejemplares de La vida a ratos, su última novela que leí hace poco. Cuando eso ocurre, busco la mesa en la que está, y hago la fila, sin libro en mano, pues solo quiero saludarlo, estrecharle la mano y decirle lo mucho que lo admiro, pero cuando estoy cerca de llegar a él, me doy cuenta de que es un impostor, un hombre de tez morena tirando a oscura y que lleva el pelo al estilo rasta. No entiendo por qué el resto de los asistentes no se han dado cuenta y le siguen pasando libros para que firme. 

El Millás-no-Millás, sonríe cada nada y su dentadura blanca contrasta con el color de su piel. No digo ni hago nada, solo me salgo de la fila y me quedo viendo al impostor firmar libros. 

Tiempo después el director del sueño, o bien el editor de video que, asumo, es mi subconsciente, corta la escena,para dar paso a una en la que me encuentro cerca de la entrada del lugar y veo llegar al Millás verdadero: blanco, canoso y con arrugas. Va murmurando algo entre dientes y camina rápido, asumo que alguien le informó sobre su impostor y que esta ahí para desenmascararlo. 

Fin.