jueves, 26 de febrero de 2015

Lanzar las granadas

Dicen que, en ocasiones, cuando se escribe algo, siempre es bueno generar tensión en el lector. Esto se puede lograr, por ejemplo, vislumbrando, de alguna manera, un episodio que ya ocurrió, y dar pequeñas pistas sobre el mismo, o narrar pequeñas escenas de este. Sin embargo se debe tener cuidado porque se puede llegar a un punto en que tanto suspenso termina por aburrir al lector, al nunca terminar de narrar ese epidosio importante.

De todas maneras, no hay ninguna formula para saber cuanto debemos mostrar y no contar, el famoso show don't tell. Solo escribir constántemente permite perfeccionar la técnica.

Por otro lado, hay quienes afirman que lo mejor es no esperar y revelarlo todo desde el principio; para  después, buscar otras maneras para generar tensión.  

Todo esto es similar a lanzar las granadas en un juego de video de echar bala, donde el personaje principal es una especie de ser inmortal  mezcla entre rambo, terminator, Neo y/o cualquier súper héroe, que se enfrenta ante medio mundo.

Esos personajes suelen llevar una metralleta como arma principal, una pistola como la secundaría, y diferentes tipos de granadas: de fragmentación, gases, incendiarias, etc.  En mí caso, muchas veces, cuando juego alguno de esos juegos, suelo guardar las granadas para "ocasiones especiales", es decir, cuando me van a atacar en gallada o manada, situaciones donde un granadazo funciona a la perfección.

El punto es que muchas veces no las utilizo, incluso cuando me atacan miles de enemigos.  Por eso considero que al momento de narrar algo o jugar ese tipo de juegos, lo mejor es lanzar las granadas lo más rápido posible.

martes, 24 de febrero de 2015

Huevo Duro



Ayer oí mencionar ese plato, que para mí, principalmente, no es más que otro amable recordatorio.  Me vi un episodio de Junior Máster Chef, donde, como prueba a  los 4 semifinalistas, les ponían a cocinar uno. La yema les debía quedar líquida. No sé cuál será el nombre técnico del plato.  En el programa lo llamaron “Huevo pasado por agua”, pero las traducciones del inglés al español siempre dejan mucho por desear.

Hoy me dieron ganas de desayunar huevo duro, pero no como el de la competencia, pues no me agrada que la yema quede líquida sino completamente cocida.  

Cuando estuvo listo y comencé a quitarle la cascara, me trasladé a ese momento, más de una década atrás, cuando presenté hemiplejía, luego de dormir 17 días seguidos.  Una mañana me llevaron el desayuno, y mi madre no había llegado todavía.  Recuerdo que el hambre que tenía era demasiada. Apenas ubicaron la bandeja en la cama, caí en cuenta del plato: “¡Mierda! huevo duro. Solo puedo mover la mano derecha y más o menos tengo ganas de tragarme un caballo entero”.  Entonces lo agarré y comencé a golpearlo contra el plato.

Mi estrategia consistió en golpearlo infinidad de veces, hasta que la cascara no tuviera otra opción que desprenderse por si sola del huevo.  No recuerdo, exactamente, cuanto duré en ese proceso, pero si mi satisfacción cuando logré quitarle la cáscara.   

La vida sería mucho mejor si celebráramos por lo alto ese tipo de pequeñas victorias. 

lunes, 23 de febrero de 2015

Trotar, Caminar, Leer y Física Cuántica


Hoy vi una foto de una mujer en un gimnasio en una máquina trotadora, con un libro en el panel de control (¿Se le puede llamar así al lugar donde se encuentran los botones para subir la velocidad, y cuadrar la inclinación de esos aparatos?).  



El título que le puso a la foto fue "Doble ejercicio". Supongo que hacía referencia a un ejercicio físico y otro mental, dando por hecho que cuando uno lee hace ejercicio mental.  No sé si se pueda realizar tal apreciación tan a la ligera, es decir, si se pueda decir que siempre que leemos realizamos ejercicio mental, algo, me imagino, completamente ligado al tipo de texto.  Siempre he pensado qué el fin último de la lectura debe ser la diversión, pero bueno, en fin, cada quién catalogará esa actividad como mejor le parezca.



La foto me llamo la atención porque no entiendo cual es el afán que tenemos de hacer diferentes tareas al mismo tiempo, y con la lectura me parece una especie de Sacrilegio. Cuando yo leo me gusta dedicarme exclusivamente a eso, así que pensar en hacer cualquier otra actividad al mismo tiempo me parece extraño.  La única actividad que considero pertinente  para acompañar mi ritual de lectura, es levantar un pocillo con café, en cualquiera de sus presentaciones, para llevarlo a mí boca.



A la larga me imagino que todo es cuestión de gustos.  Si a esa mujer le gusta trotar, caminar, hacer cálculos de física cuántica y  leer, todo al mismo tiempo, pues allá ella.  De pronto lo que tengo es envidia porque está claro que yo no lograría tal nivel de coordinación.  Tal vez caminando  podría leer algo, pero estoy casi seguro que  al trotar, no  podría ubicar el siguiente renglón fácilmente.



La foto de esta mujer es otra prueba más de lo aceleradas que están nuestras vidas.  Si no podemos destinar un momento único para esas actividades que tanto nos gusta realizar, creo yo, estamos jodidos.

jueves, 19 de febrero de 2015

La venta



Trabajar en el área comercial debe ser complicado; por alguna razón es que les deben pagar tanto.  Lo malo de vender, creo yo, es cuando el afán de la venta  derrumba completamente cualquier lazo de amistad,  pues para que la relación con un cliente realmente funcione, siempre debe estar presente dicho aspecto.

Me imagino  que el fracaso de muchos negocios, en parte, se debe a eso, a las  ansías que tienen por facturar, el cierre de la venta, en últimas a ese impulso cegador de forrarse en billete a toda costa.

Esto es mucho peor cuando se presenta no a un nivel corporativo, sino en el de la amistad, cuando alguien se preocupa por uno o muestra afán de saber en qué situación se encuentra, solo con el fin de venderle un producto.  La culpa de esto la tienen todos esos sistemas tipo pirámide (para mí lo seguirán siendo así sus defensores digan que no lo son) y sus productos maravillosos que sirven para aliviar desde una simple rasquiña hasta prevenir el cáncer.

Si alguien quiere verme, que sea para tomarnos un café, cerveza, chirrinchi, etc. y hablar basura, no para venderme uno de esos productos milagrosos tipo indio amazónico.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Clarividente

Esta palabra me trae a le mente su similar en Inglés, Clairvoyant, qué al partirla por la mitad, se convierte en la palabra en Francés.  ¿Quién no ha deseado adivinar el futuro? todos, pues si existe algo que nos machaca la cabeza es saber cuál va a ser el resultado de lo que hicimos o dejamos de hacer.

Me da algo de miedo que de un día para otro uno adquiera algún tipo de poder para predecir el futuro.  Por ejemplo, una vez escuche una historia de un hombre que tan solo con darle la mano a cualquier persona, inmediatamente tenía conocimiento de cosas que le iban a ocurrir en el futuro.  Si no estoy mal siempre vislumbraba eventos trágicos. La verdad prefiero continuar siendo un simple mortal, que tener algún tipo de poder paranormal.

Las únicas veces que juego a la clarividencia, es cuando voy a salir de mí casa por la mañana, miro el cielo rápidamente y doy un dictamen sobre el clima que va a hacer a lo largo del día.  En medio del despropósito que podría resultar esta actividad, considerando que Bogotá tiene uno de los climas más bipolares del planeta, a veces soy acertado en mis predicciones. 

De todas maneras cuando voy a salir le pregunto a Luis, el portero de mi edificio, que me diga su predicción sobre el clima.  Él también adopta la misma técnica que yo, le da un vistazo al cielo y suelta su veredicto, el cual  muy pocas veces va en contravía del mío. 

Lo mejor, creo yo, es dejar que los eventos de nuestro día a día, al igual que el clima, arremetan contra nosotros como les dé la gana.

martes, 17 de febrero de 2015

Humanoides y Ping Pong


 En Japón van a abrir un hotel que será completamente atendido por humanoides.  ¿Qué pasaría entonces si uno quiere quejarse por algo? Protestar por el servicio al cliente, en ocasiones, resulta liberador, pero dudo mucho que un robot repare en las quejas de un humano o, mejor aún, se enganche en un alegato.  En pocas palabras se esfumaría el conflicto que siempre está inmerso en el servicio al cliente.  Todo sería perfecto a menos que a los robots se les acaben las baterías o les entre algún virus ¡Que aburrición tan gigante!

Hace algún tiempo una empresa china enfrento a un ex campeón mundial de ping pong contra un robot.  Este no venció al humano, sólo porque no estaba programado para actuar contra contingencias; cosas cómo que la bola pegara en la malla o en un borde de la mesa.

Muchos celebran esos grandes “avances” tecnológicos como grandes innovaciones mientras olvidan que una de las premisas para innovar es hacer más con menos.

Para mí esos robots tan inteligentes,  sólo son una prueba que cada día perdemos grandes porciones de humanidad, y que no estamos lejos de ese futuro apocalíptico en el cual vamos a tener que luchar contra las máquinas más por nuestra supervivencia que por  nuestra supremacía.