Ayer acabé en la noche y me dije: mí mismo vamos a ver algo en Netflix, Star o en la plataforma que sea.
Me eché en el sofá con toda la actitud del caso: cobija en mano y algo de tomar y comencé a buscar qué ver. En esas duré un buen rato, pero no logré decidirme por ninguna serie, documental o película, pues nada terminaba de llamarme la atención.
De pronto soy muy quisquilloso al momento de seleccionar qué ver porque sólo en películas hay más de 12000 títulos si se suman las de todas las plataformas. O puede que haya experimentado parálisis de opción, un término que me acabo de inventar y que no tiene mucho sentido, pero fue lo que me salió. La parálisis de opción, dicen los expertos (yo), hace referencia a que ante múltiples opciones, el cerebro humano se funde y determina que lo mejor es seguir igual: no hacer nada ni escoger nada, como dejar que la vida se le estampe a uno en la cara como le dé la regalada gana.
Recuerdo que apenas lanzaron Netflix veía series como si no fuera a haber un mañana, pedía recomendaciones, miraba las que estaban de moda o si no leía las sinopsis, y si me llamaban la atención me las empacaba capítulo tras capítulo como si nada. De esa forma me vi unos huezasos tremendos, solo por terminarlas.
Quizá ocurre, como escribí hace un tiempo, que a medida que uno envejece va perdiendo la paciencia. No sé.
Todo son preguntas.