martes, 1 de julio de 2014

Conectados

Todos, querámoslo o no, estamos conectados, y no me refiero al hecho evidente de que dependamos de la tecnología para poder vivir.  Independiente de nuestras diferencias socioeconómicas; por  más que tratemos de establecer barreras sociales, culturales o de cualquier índole frente a nuestros semejantes, terminamos siendo iguales, o en otras palabras teniendo la misma importancia.  Así unos sean bellos y otros feos, unos ricos y otros pobres, felices o desdichados, etc. hay hilos invisibles que nos unen a todos y nos despojan de cualquier supuesta importancia que nos queramos dar. 

Cada una de nuestras acciones, cada movimiento, inclusive hasta el más mínimo de nuestros suspiros, repercute en el curso de los acontecimientos de la vida de cualquier otro individuo.  En otras palabras eso del destino, casualidades, llámelo como quiera, no existe.  Lo único cierto es que estamos conectados de alguna extraña manera y terminamos dependiendo el uno del otro; del vecino de la puerta de al lado  o de un extraño que se encuentra a kilometros de distancia.

Los suizos perdieron hoy contra los argentinos en el tiempo suplementario, el cual fue el único pedazo del partido que me ví; de pronto si me lo hubiera visto todo habrían ganado, o si me hubiera visto únicamente el segundo tiempo hubieran perdido por goleada. Todo esto teniendo solo en cuenta mi acción de decidir ver el tiempo suplementario. Sumémosle también el hecho que hoy desayune un café con un pastel gloria. 

 Por otro lado, no podemos dejar de ponerle atención, por ejemplo,  a que hoy Nikola, un niño de cinco años que vive en Bratislava, se quemo la boca con una bebida caliente cuando estaba desayunando, lo que hizo que llorará y perdiera el bus que lo iba a llevar al colegio.  

Su madre entonces tuvo que llevarlo, evento que a su vez hizo que no llegara a la oficina a tiempo.  Así fue que Bedřich no se pudo encontrar con ella en la cocina de la oficina para tomar el café de la mañana y entregarle el regalo que le había confeccionado (una manualidad completamente burda y que de seguro Anika la habría aceptado por mera decencia) , y a lo largo del día estuvo pensando que ella por X o Y motivo no habia querido verlo, a pesar de los apasionados besos que se habían dado la noche anterior en aquel bar de música Jazz. 

Por tener su mente ocupada en tales divagaciones, Bedřich se desconectó completamente de la reunión que tuvo hoy con un importante cliente de la compañia para la que él y Anika trabajan, y el agente comercial, el cual sintió tener una reunión con él mismo, redactó un informe negativo para su jefe, lo que posiblemente hará que este termine el vínculo comercial con la empresa para la cual trabajan el par de amantes.

Bedřich decidió ir a almorzar a su casa, pues se había quedado sin dinero despué de la salida con Anika el día anterior. Martina, su esposa, lo notó abatido y se preocupó por su estado.  Después de probar un par de bocados de sus respectivos platos de cerámica amarilla,  intercambiaron unas insipidas e hirientes palabras, para terminar peleando, como lo vienen haciendo desde hace un par de meses. 

 Después de este incidente ella terminó descargando su rabia en Gustav, su pequeño hijo, por no haber recogido el desorden de juguetes. Finalmente Martina decidió  llamar a su hermana que hace 10 años vive en São Paulo para contarle sus penas, debido al mal momento que atraviesa su relación con Bedřich.

Y así es que poco a poco nosotros, los humanos, nos vamos conectando, y de alguna forma la lengua quemada del hijo de Anika, su retraso en la hora de entrada a la oficina, las estúpidas  disertaciones que anularon a Bedřich a lo largo del día, el reporte del agente comercial, la pelea con Martina, las lagrimas del pequeño Gustav, y finalmente esa llamada que entró a un hogar en São Paulo;  influyeron de alguna forma en la victoria de los Argentinos.