Es de madrugada y programo la alarma para dormir 7 horas. Toda la tarde había escuchado un ruido que parecía como si alguien estrellara una manguera de caucho contra el suelo sin cansarse. Cuando caí en cuenta de él me desesperé un poco, pero luego, cuando dejé de prestarle atención pasó a un segundo plano. El ruido resulto ser un corto circuito, o algo así, porque cuando abrí la ventana para ver qué era lo que sonaba, pude ver la chispa que lo producía en un edificio de parqueaderos de al lado.
Ahora que pienso en dormir, luego de apagar el televisor, vuelvo a ser consciente del ruido. Ajusto la ventana, pero todavía lo alcanzo a escuchar. Quiero dejar de fijarme en él, pero ya perdí esa batalla: tac, tac, tac, tac, no se cansa el maldito.
Cierro los ojos, plenamente consciente del ruido, y quién sabe cuánto tiempo demoro en dormirme, hasta que lo logro. Tiempo después me despierto y lo primero que hago es prestar atención a ver si el ruido aún está presente. Tac, Tac, Tac, ahí sigue intacto el desgraciado, no tiene nada más que hacer. El reloj cucú marca las tes de la mañana. El ruido, que pensé no me iba a dejar dormir por prestarle toda mi atención, ya me importa poco. Doy media vuelta al tiempo que jalo las cobijas. Que el ruido acabe con el mundo si eso lo hace feliz.
Me despierto antes de que suene la alarma. Siento que descansé, así haya dormido menos horas del tiempo previsto. Acomodo las almohadas para recostarme contra la pared y me concentro a ver si logro oír el ruido. Ya no está, se cansó, se fue, o ambas cosas. Cierro los ojos y no logro volver a dormir. Estoy a la espera de que el ruido aparezca de nuevo, pero no pasa nada.
Ya no hay ruido ni tampoco sueño. Estiro mi brazo hasta alcanzar el Kindle y me pongo a leer los últimos 25 minutos que me quedan de Una Habitación Propia, de Virginia Woolf. Las últimas páginas, pienso, son tremendas; Woolf está cerrando la charla y las conclusiones que saca sobre lo que dijo son muy precisas.
La lectura me hace sentir bien. Cierro los ojos e intento dormir, pero fracaso de nuevo en el intento.
Me levanto.