lunes, 31 de enero de 2022

MP3

En la universidad, en segundo semestre, tenía laboratorio de física  los viernes de 4 a 6 de la tarde.

Eran clases súper aburridoras, porque el ambiente fiestero permeaba el ambiente.

En mi grupo estaba D. y en el salón del frente C, dos grandes amigos. Cuando terminábamos la clase, salíamos derechito para MP3.

MP3 era el típico chuzo universitario que tenía unas cuantas mesas de madera cuadradas, vendían cerveza y ponían música a todo volumen.

El lugar no se llamaba así, pero no recuerdo por qué fue que decidimos bautizarlo con ese nombre.

El plan era sencillo, podría decirse que incluso inocente: Sentarnos a tomar cerveza y hablar de la vida, de nuestras clases, de fulanito o fulanita etc. y cantar algunas canciones a todo pulmón, según las cervezas que ya lleváramos encima.

El plan en MP3 se acababa cuando no teníamos más dinero o creíamos estar lo suficientemente prendidos.

De ahí, muertos del hambre, salíamos para un local de empanadas mexicanas en el que hacían un guacamole muy picante. La consigna era sencilla: empacarnos cada uno de a dos empanadas, y echarles mucho guacamole para, supuestamente, bajar la prenda.

Uno de los días que más recordamos, y también uno en el que estábamos justo en el borde del precipicio de la borrachera, fue cuando cantamos Carrie de Europe, como si la existencia de la raza humana dependiera de ello.

Cantar solo es un decir, pues la única palabra de la letra que nos sabíamos era el título de la canción, que gritábamos como locos cada vez que llegaba el coro.