En estos días no he tenido muy claro que es lo que voy a escribir, algo más bien desagradable. Varias ideas flotan en mi cabeza, pero las tengo destinadas para unos artículos específicos y no las quiero comenzar a tallar; no me gusta hacer eso, es decir, manosear una misma idea en más de dos escritos.
Siempre he creído que la verdadera importancia de la escritura radica en conectar ideas, hecho que sobrepasa totalmente la buena ortografía y la puntuación; para eso existen los editores y correctores de estilo, pero somos felices ensañándonos en corregir a los que escriben "ay" en vez de "ahí" y esas cosas. Siempre nos fascinará convertirnos en los maestros de la tilde y la coma para señalar los errores de los demás.
Conexiones Forzadas es unna técnica creativa para generar ideas y, a grandes rasgos, consiste en relacionar un tema con características de elementos escogidos aleatoriamente. Juan José Millás es brillante haciendo eso y otro escritor que también me parece muy bueno en ese aspecto es Juan Esteban Constaín, que nunca define previamente el tema de sus columnas, sino que este surge únicamente cuando se sienta a escribirlas.
Me gustaría que mi cabeza trabajara más a punta de conexiones forzadas, una manera de salirse de la caja, que buscando certezas.
Otro escritor que parece nutrirse con frecuencia del mundo de las conexiones forzadas es Malcom Gladwell. Hoy di con un link que me llevo a una de sus charlas del The New Yorker festival, titulada "Las virtudes de lo desagradable". Gladwell comienza la charla diciendo "Me di cuenta que el programa dice que voy a discutir las virtudes de lo desagradable, no lo voy a hacer. Es una tradición mía para estos festivales que aquello que hablo nunca tiene nada que ver con lo que dije que iba a hablar."
Gladwell luego argumenta que le piden definir el título de su charla varios meses atrás y que eso es como si le hubieran preguntado que iba a comer esa mañana, algo imposible de saber. También para el resulta divertido diseñar títulos que sugieran charlas interesantes.
Cierra la introducción de su charla con las siguientes palabras: "Realmente no sé cuales son las virtudes de lo desagradable, pero cuando las descubra estaré más que feliz de poder compartirlas, en un próximo año, con ustedes ". Sobra decir que yo tampoco las conozco.