¡Vida perra, qué imbéciles! Exclama Pedro al tiempo que le da un manotazo a la mesa.
Ya que irrumpió en nuestras vidas de un momento a otro, hablemos de Pedro a secas, es decir, dejémoslo sin apellido. Ese Pedro del que hablamos, que podría ser familiar o amigo suyo o mío, es un hombre de 48 años, flaco, que casi siempre lleva el pelo ensortijado y una barba rala. También suele llevar su corbata desajustada, lo que le da un aspecto de borrachín eterno que va de fiesta en fiesta a lo largo de la semana.
Eso es lo que las personas piensan acerca de Pedro apenas lo ven, pero como las apariencias engañan, no se puede juzgar un libro por la portada y demás clichés baratos, Pedro es un hombre responsable. Sí, un poco descuidado con su aspecto, pero tiene claro que la empresa para la que trabaja no le paga para lucir como modelo de catálogo de fin de año.
Para Pedro, como para muchas otras personas, 2020 no ha sido un año fácil, y ahora que se acerca al final, no sabe qué va a pasar con su trabajo. Los rumores dicen que enero del próximo va a llegar junto con una ola de despidos, y como su cargo es un puesto medio, prescindible, lo más seguro es que esa ola lo lleve a quién sabe dónde.
Ahí esta Pedro, sentado en su escritorio y con el gesto fruncido. Hace 20 minutos llegó a la oficina y luego de servirse un tinto y calentarlo por 50 segundos en el microondas, se sentó en su puesto a ojear, como lo hace todos los días, el periódico de distribución gratuita que un repartidor le dio en la calle.
En primera plana sale una noticia con el siguiente titular: DETECTAN UNA EXTRAÑA SEÑAL DE PRÓXIMA CENTAURI. Pedro, que vive con su cabeza llena de angustias, no tenía conocimiento de esa galaxia.
La noticia cuenta que un grupo de astrónomos que dedica su tiempo a buscar señales provenientes del espacio, detectó una señal de radio procedente de Alfa Centauri. Pedro imagina que la señal llegó jadeando a la tierra, porque esa galaxia se encuentra a una distancia de 4,37 años luz de la tierra, la medio pendejadita de 41,3 billones de kilómetros de distancia. “De próxima tiene más bien poco”, piensa.
La señal de 980 MHz solo apareció una vez y no volvió a repetirse, pero dicen los científicos que es la mejor candidata para ser una comunicación extraterrestre. “¿Para que carajos nos van a querer contactar los extraterrestres?”, se pregunta.
Pedro imagina al grupo de científicos en su laboratorio, destapando una botella de champaña para celebrar su descubrimiento. Seguro ellos no sienten angustia alguna por su futuro laboral.
Uno de los científicos es similar a él, pero lleva el pelo perfectamente peinado, con una carrera en la derecha y unas gafas redondas que le dan un aire intelectual. El hombre le da un sorbo a la copa de champaña, y recibe palmadas en la espalda; es, parece ser, el encargado del descubrimiento.
“Pedros científicos”, piensa Pedro, seguro solo hay un puñado en el mundo, mientras que Pedros como él hay millones, y están esperando, como aves de rapiña, a que pierda su trabajo, para poder tomarlo.