Hoy me desayuné un pastel de manzana con un café. Los suelo devorar en un par de mordiscos; creo que eso de comer con las manos nos devuelve a un estado primitivo. Casí siempre cuando termino el pastel me queda mucho café, y en ocasiones se me olvida tomármelo ahí mismo. Cuando me acuerdo, no se para que a veces lo pruebo. Un café frío en la mañana es como tener sexo sin orgasmo.
Hoy decidí no darle grandes mordiscos, únicamente con el fin de que mi último sorbo de café, coincidiera con el último mordisco de pastel.
¿A quién no le gusta eso? es decir ¿A qué persona no le gustaría tener la cantidad exacta de cualquier cosa, bien sea una emoción, un bien material, etc.? Es como cuando usted está comiendo hamburguesa, y quiere que el pan de la misma coincida exactamente con la carne. Suele ocurrir que en los últimos mordiscos, después de haber desparramado la salsa, tomate y lechuga en la bandeja (a mí me pasa con frecuencia), queda mucho pan y un pedazo ridículo de carne. Igual pasa con las papas, uno siempre se las acaba antes; no se como existen esos valientes que no las tocan y las dejan para el final, como si fueran una especie de postre.
Algo abudante por si solo no es atractivo. Siempre hay algún elemento, circustancia, cosa, que la(lo) debe acompañar; por eso, para dar con la medida exacta en nuestras vidas, independiente de cual sea el contexto, debemos cuidar el tamaño de nuestros mordiscos y la forma en que administramos las papitas.