Entre todo lo que han sido estos días, también han sido días para ordenar, para mirar que tanto es lo que se guarda en cajones y muebles y determinar qué sirve y qué no.
Ayer ordené uno de los muebles de mi cuarto que tenía encima un montón de medicamentos que ya no uso, tarjetas de presentación de diferentes negocios y una bolsa ziplock con folletos, hojas y portavasos de cartón.
De todo lo que había encima del mueble, la bolsa era lo único que resultaba medianamente intrigante. En ella encontré recibos, facturas, folletos del Hay Festival; basuritas que uno va acumulando. Mientras los rompía como si nada, di con una hoja carta doblada en cuatro.
Cuando eso me ocurre, las desdoblo con mucha expectativa, pues ¿qué tal que por alguna razón el papel contenga un mensaje que me va a cambiar la vida? Siempre ando a la espera de ese mensaje a modo de correo electrónico, llamada, señal, etc. y, hasta el momento, no ha llegado, pero tampoco sé muy bien en qué consiste eso de cambiar de vida, en fin.
En esta ocasión no fue diferente, y la hoja no tenía ningún mensaje. En cambio, me encontré con una lista de novelas que elaboré, si no estoy mal, para la feria del libro del año 2017. Muy pocas veces le hago caso a esas listas y termino comprando libros por puro antojo, pero revisándola recuerdo que de los 19 libros que había anotado, únicamente conseguí uno: Vibrato, de Isabel Mellado, una escritora y violinista chilena que vive en Berlín. Es una novela con una estructura de capítulos cortos que disfruté bastante, además de toda su relación con la música.
Del resto de libros no encontré ninguno. Entre los que quería había libros de Jonathan Safran Foer, Almudena Grandes y Rosa Montero, entre otros autores, además de algunos que me leí después como: Memoría por correspondencia de Emma Reyes que, en mi humilde opinión, es un librazo.
De la lista, solo por el título, me llaman la atención ahora: Ejercicios para el endurecimiento del espíritu de Gabriela Wiener y La Maravillosa historia de Peter Schlemihl de Adelbert von Chamisso, a quien no tengo presente, y Hablar Solos de Andrés Neuman.