Opino que yo soy vanidoso hasta cierto punto, hasta ese en el cual pretendo no estar descachalandrado o desguarambilao' (desarreglado) en extremo.
El motivo principal por el que voy a la peluquería es para que me corten el pelo y en segundo lugar para que me arreglen las uñas cuando están cerca de ser catalogadas como garras. Tengo definida una peluquería a la cual siempre voy, donde las personas que atienden son buenas en lo que hacen y muy amables en su servicio y además, es barata.
Hace un par de semanas atrás me encontraba en un estado desguarambilao' puro. Decidí entonces ir a la peluquería, pero por pura locha fui a una que queda muy cerca a mí casa y no a la que acostumbro a ir. Pues bien, ese día me atendió una vieja, que fácilmente puede ser catalogada como una "animal de monte", la cual me lastimo mucho un dedo.
Eso me paso por haber traicionado a mi proveedor habitual del servicio "peluquería". Opino que muchas veces, en nuestras relaciones tanto a nivel empresarial como a nivel personal, traicionamos a nuestros proveedores, amigos, familiares, por temas de facilidad, desplazamiento, bajos precios, etc. etc. etc.
No haga eso estimado lector, si usted ya estableció una relación de confianza, lo peor que puede hacer es traicionarla, dejándose nublar por satisfacciones efímeras que no le generan valor.